Cartel de la manifestación del 26 de marzo // Foto: Henares Al Día.
Por Julio Martínez
La sangría que no cesa. Ésta es la historia del Tajo–Segura. Raro es el mes en el que no se anuncia una derivación de agua. Da igual si la situación de la cabecera es buena, mala o regular. O si la cuenca receptora ha tenido un año hidrológico positivo. La cuestión es satisfacer las exigencias de un reducido grupo de grandes empresarios. La pela es la pela. Sigue leyendo →
«Árbol navideño» de la Plataforma Ciudadana de Perjudicados por el Trasvase Tajo-Segura.
Por José Antonio Vargas*
La Plataforma de Perjudicados por el Trasvase Tajo-Segura es un movimiento ciudadano que surge debido a los masivos trasvases que se producen desde los embalses de Entrepeñas (con capacidad de 835 hectómetros cúbicos) y Buendía (con capacidad para 1.639 hectómetros cúbicos) hacia la cuenca del Segura por el más que conocido Trasvase Tajo-Segura, una obra hidráulica que data de los años 70 y cuyo objetivo y finalidad no tiene nada que ver con lo que actualmente se está desarrollando. Sigue leyendo →
Visita de los eurodiputados a Talavera, el pasado febrero. // Foto: Abel Martínez, en ABC
Por Concha Balenzategui
Estos días se han conocido, a través de varios medios de comunicación nacionales, algunos extremos del informe realizado por los europarlamentarios que visitaron España en el mes de febrero, en una llamada misión de investigación sobre la situación del Ebro y el Tajo. Por lo que a nuestro río respecta, se respondía a una denuncia de la Plataforma en Defensa de los ríos Tajo y Alberche, con sede en Talavera de la Reina, sobre el lamentable estado de la cuenca del Tajo, con mención especial a la cabecera del Tajo y a la ciudad de la cerámica.
Pasé el domingo por Sacedón, y volví a comprobar, con indignación, que el agua apenas se veía desde la N-320. Un coche levantaba una gran polvareda al atravesar esa llanura en que se ha convertido lo que antes fue agua, y solo escudriñando, se podía ver al fondo, junto a la Boca del Infierno, un pequeño charco en el que se apiñaban varias embarcaciones.
Degradación del Tajo a su paso por Toledo. // Foto: rtve.es
Por Concha Balenzategui
Televisión Española emitió la semana pasada, en el programa “El escarabajo verde”, un reportaje esclarecedor sobre el estado del Tajo medio. Vistos los ecos que la emisión estaba teniendo en las redes sociales, me he reservado unos minutos para verlo con tranquilidad este fin de semana, algo que recomiendo a todos los que se lo perdieron. Primera conclusión, más bien reafirmación: Da gusto el trabajo bien hecho, el tiempo y los medios dedicados a llegar al fondo de una información que no tiene su contrapartida en la cuota de audiencia o en la cuenta publicitaria. Es, en esencia, lo que da sentido a la existencia de la televisión pública hecha con profesionalidad y con rigor.
Se nos propone un recorrido por la situación de la cuenca media del río más largo de España, ese que nace en Albarracín y desemboca en el Atlántico en Lisboa. Nos llama la atención sobre el río que va más allá de Guadalajara, más allá de una cabecera donde se centran las disputas, las ansias trasvasistas del seco Levante y los deseos de ver unos embalses llenos de vida, ocio y turismo de los pueblos ribereños. No hay medias tintas: las imágenes a pie de ribera e incluso dentro de río, las comparativas históricas, la cantidad y el peso de fuentes consultadas encierran pocas sorpresas, pero son suficientemente elocuentes. Aranjuez, Toledo y Talavera son escenarios de una realidad vergonzante retratada a través de los cauces secos, las aguas estancadas, las riberas degradas, los lodos negros, las burbujas de metano y una fauna piscícola reducida a carpas adaptadas a la contaminación, cuando no a especies alóctonas. Ese es, ni más ni menos, el río que les llega a sus habitantes.
La causa de esta “cloaca a cielo abierto” es de todos conocida: el caudal del Tajo es insuficiente para regenerar la cantidad de porquería que lleva. Dicho de otro modo, el agua limpia que sale de la cabecera del Tajo, exprimido por el trasvase a la cuenca del Segura, es muy poca respecto a la vertida posteriormente en condiciones de poca salubridad por los afluentes del Jarama, el Manzanares o el Alberche. Hay un dato demoledor, y es que en el Tajo medio, la proporción llega a ser de uno a cuatro, entre unas aguas y otras. El problema por tanto es doble: la capacidad de depuración está por debajo de la que requiere una población tan abultada como la que reside en la zona centro, principalmente la capital de España. Haría falta una inversión más fuerte, y -añado yo- también inspecciones, vigilancia y sanciones a los incumplimientos. Y por otra parte, el caudal ecológico no se cumple. Y no se cumple porque el agua no discurre por su cauce natural, sino por tuberías y canales hacia los regadíos y poblaciones levantinos.
Las dos causas se resumen en una, que no es otra que el desprecio más absoluto al ciclo ecológico del río y al caudal ambiental. La Universidad de Castilla-La Mancha, el área medioambiental de la Comunidad de Madrid y la plataforma que agrupa a más de cien organizaciones de defensa del Tajo, desde Teruel hasta Portugal, lo dejan claro con los testimonios de sus representantes. ¿Para qué nos sirve la Confederación Hidrográfica del Tajo -me pregunto- si todo está supeditado a unas leyes que hipotecan el río en favor de intereses económicos y políticos? Es evidente que no tienen la misma consideración socio-política los regantes del Segura que los regantes de Talavera de la Reina, ni los pueblos ribereños de la cabecera. Porque las directivas europeas de protección al río se incumplen flagrantemente con las normas nacionales que regulan el trasvase Tajo-Segura.
Cauce seco del Tajo en su tramo medio. // Foto: rtve.es
Es un problema histórico y lo conocemos bien. Parte de la declaración del Tajo como río excedentario en los años 60, y de los cálculos erróneos sobre sus posibilidades de ceder agua a otras cuencas. Las aportaciones naturales del río han ido disminuyendo, mientras las demandas del Levante han ido en aumento. Y el sureste español se ha ido convirtiendo en una zona cada vez más dependiente de un agua que no tiene garantías, porque las lluvias no las dan. El Tajo, aguas abajo de Aranjuez, no tiene la protección que debiera como río, y las quejas al Defensor del Pueblo o a la Comisión Europea no han surtido, de momento, efecto.
Es un problema que no se remedia, un problema endémico, diríamos, porque plantearse la caducidad del trasvase es una quimera. Tampoco se supeditan sus reglas de explotación a las directrices europeas, al caudal ecológico, y a las necesidades de la cuenca cedente. Lejos de hacerlo, recientemente hemos visto que la hipoteca del Tajo se sigue blindando: el pasado septiembre se aprobó el Real Decreto que desarrolla el reglamento que define las normas del trasvase Tajo-Segura. Se da carta legal al memorándum de 2013 firmado por el Gobierno estatal con las cinco comunidades autónomas que dependen del Tajo (aunque no pertenezcan a su cuenca).
En esa norma se eleva a 400 hectómetros cúbicos los 240 en que hasta ahora estaba fijada la reserva de agua, por debajo de la cual no deben derivarse más caudales al Levante, sí. Pero con una salvedad. Si con la anterior normativa el límite de 240 hectómetros era infranqueable incluso en «circunstancias hidrológicas excepcionales», esa coletilla ha desaparecido de la nueva norma. De modo que cuando la raya de Entrepeñas-Buendía llegue algún día a esos 400 hectómetros, veremos como el Consejo de Ministros puede saltársela a la torera, y decretar nuevas derivaciones de emergencia. Al tiempo.
El caso es que la sangría de la cabecera continúa. Y a los ojos de todos los defensores del río, la Ley sigue poniendo en grave peligro la calidad ambiental del cauce del Tajo. Lamentablemente, ese, el que muestran las imágenes, seguirá siendo el río que les llegue.