
Las aguas del Tajo discurrían cálidas este verano a consecuencia de la sequía. // Foto: M.P.
Por Marta Perruca
En ocasiones, cuando me enfrento a un comunicado de prensa me siento ciertamente estúpida. Y es que por más que leo una y otra vez la información del gabinete en cuestión no llego a comprenderla. Vamos, que no le encuentro ni pies ni cabeza. El pasado domingo, nuestra firma invitada, el periodista Paco Campos, analizaba con bastante tino el tema del trasvase Tajo-Segura, después de la aprobación de una nueva cesión de caudales a la cuenca murciana de 101,7 hectómetros cúbicos.
Pues bien, puede que sea fruto de mi supina ignorancia en relación a las cuestiones técnicas de esta infraestructura, pero no entiendo cómo es posible trasvasar casi 102 hectómetros cúbicos de agua cuando la cabecera se encuentra al 25 por ciento de su caudal –Entrepeñas y Buendía acumulan 591 hectómetros cúbicos de sus 2.474 posibles- y afirmar al mismo tiempo que “el volumen de agua disponible se mantendrá en los embalses de Entrepeñas y Buendía”. Claro, que a renglón seguido la nota dice que se trasvasará “en función de la demanda”. ¡Ah! entonces ya me queda todo mucho más claro.
Dejando mi “estupidez” aparte y sin profundizar más en la cuestión del trasvase, que Paco Campos analizó someramente ya el domingo pasado, quiero manifestar mi preocupación por este año hidrológico, el más seco de los registrados en las mediciones de la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT), y sus consecuencias.
La sociedad de pescadores de Molina de Aragón alertaba, el pasado mes de agosto, de la preocupante situación de algunos tramos del río Gallo a su paso por los términos municipales de Prados, Pradilla y Chera donde, a causa de esta sequía, el río se quedaba sin agua provocando la muerte a centenares de truchas. Esta sociedad enviaba una carta a la Consejería de Agricultura y Medioambiente reclamando actuaciones urgentes que nunca llegaron, según afirman, porque el responsable de turno entendió que se trataba de una situación provocada por la naturaleza y que, por tanto, tenía que ser la propia naturaleza la responsable de restituir esta zona cuando llegue un año hidrológico más favorable. Me pregunto por qué no se le dice lo mismo a los agricultores murcianos: “Ya sembrará usted cuando llueva lo suficiente ”.
Los pescadores molineses conocen otros casos similares ocurridos en la región, concretamente en la provincia de Cuenca, donde la Administración sí intervino con camiones cisterna salvando de una muerte segura a cientos de peces.
Ya es demasiado tarde para esta zona del río Gallo, uno de los más trucheros de nuestro territorio, fuente de ocio y recurso turístico de la provincia, por lo que los pescadores reclaman ahora un protocolo de actuación para situaciones futuras. Además, recuerdan que la sociedad no es el órgano competente para actuar –si lo hicieran estarían incurriendo en delito- por lo que tienen que contemplar con impotencia la decadencia del río a causa de la sequía y cómo con mayor asiduidad El Cabrillas, en el Alto Tajo, se queda a menudo sin agua sin que nadie haga nada por ese preciado tesoro que tienen los pescadores, que es la trucha autóctona –la trucha fario-.
Y sí, estoy francamente preocupada, y tengo que afirmar que sentí nostalgia y tristeza cuando al volver a bañarme en las frías aguas del río Tajo, esté verano, comprobé que ya no estaban frías, porque el Tajo baja este año con menos caudal. También lo constataron en Taravilla cuando celebraban la fiesta ganchera y los troncos se quedaban enganchados en el fondo del río.
Ya es sabido que las desgracias nunca vienen solas por lo que, si no tuviéramos bastante con esta crisis económica, que nos estrangula a todos, este año, además, hace su aparición la sequía y toca llamar la atención de los ciudadanos en relación a lo importante que es ahorrar agua. Y corresponde ahora también repartir tirones de orejas entre nuestros representantes políticos para que no hagan política con ella y sí una buena gestión, que para eso les pagamos. Aunque quizá no deberíamos preocuparnos nunca más por la falta de agua, porque, al parecer, ¿o acaso sí soy una estúpida?, el Ministerio de Agricultura ha descubierto la fórmula mágica para aprobar trasvases sin disminuir por ello los caudales de la cuenca cedente. Pues asunto arreglado, ¿no?