Alegra especialmente por esta tierra que medios del prestigio de la revista ‘Viajes National Geographic’ se hagan eco, como dicen ahora desde fuera de los propios intríngulis del periodismo, de verdades que nosotros vemos siempre, pero que no se aprecian igual si no lo contrastas con fuentes ajenas. Por eso, reconforta coincidir en aspectos como que la provincia de Guadalajara sigue siendo una gran desconocida, que cuenta con un patrimonio arquitectónico y paisajístico exquisitos y que viene estando muy mediatizadapor Madrid.
El centro de Guadalajara registra más vida estos días navideños y durante las dos últimas Ferias de la que ha tenido en años. Foto: Xulio G. Bilbao
“La Concordiase ha ido convirtiendo con el transcurso de este siglo y medio de historia en mucho más que una simple zona verde. La Concordia fue, al principio y por espacio de muchos años, el único gran parque de la ciudad y, con el paso del tiempo y aunque Guadalajara se fue dotando de nuevas y amplias zonas verdes, ha sido y sigue siendo el parque más emblemático y de referencia de la ciudad, testigo de numerosos aconteceres históricos y sociales y cómplice de no pocos instantes familiares e individuales, guardados en la memoria y en el corazón de las sucesivas generaciones de guadalajareños”. Jesús Orea, Guadalajara 2000.150 Aniversario de La Concordia, 2004.
El parque de La Concordia no será en un futuro próximo candidato a Bien de Interés Cultural (BIC), al no prosperar la moción presentada en el último pleno del año por AIKE Guadalajara. La iniciativa, apoyada por los grupos municipales de VOX e IU-Unidas Podemos, incluía también la propuesta de protección administrativa para el recinto de Las Cuatro Estaciones, el pequeño parque histórico junto al Depósito de las Aguas.
Sigüenza parece estar despertando del letargo en el que llevaba años sumida, cual doncel. El primer destino turístico de la provincia y uno de los más importantes de la región está realizando una apuesta importante por la calidad en su oferta gastronómica, cultural y hostelera. La mayor implicación del Parador Nacional de Turismo, los dos restaurantes con Estrella Michelín, el impulso del Tren Medieval e iniciativas institucionales como Atémpora están logrando que esta localidad con un conjunto histórico espectacular, ubicada en un entorno natural privilegiado, atraiga a turistas, emprendedores y personas deseosas de vivir su oferta de experiencias. La participación de la localidad en el concurso que Ferrero Rocher realiza cada Navidad para instalar una iluminación especial en un municipio está siendo la guinda para este pastel.
La bicicleta se ha convertido en uno de los elementos de movilidad con mayor proyección tanto para el fomento del ocio deportivo y de naturaleza como de medio de desplazamiento limpio y eficaz, sobre todo en las grandes ciudades cuando han adaptado su espacio a este vehículo que no es nuevo, aunque lo parezca. Si bien en Guadalajara capital el Ayuntamiento tiene aún una ardua tarea por delante si quiere incorporar los vehículos a pedales en sus calles, en la provincia se están dando varios movimientos que reclaman una mayor presencia de la bicicleta en el ámbito rural y han comenzado a exigir y trabajar para obtener el espacio que merecen.
Félix Rodríguez de la Fuente eligió la provincia de Guadalajara para desarrollar buena parte de su proyecto ecologista en nuestro país, cuando ni siquiera se había inventado el término ecologismo. Cuando alguien de su talla nos elige es para presumir de ello y conseguir poner en valor todos y cada uno de los atractivos por lo que lo hizo. En plena pandemia, el 40 aniversario de la muerte de Félix pasó algo inadvertido y aún hoy proyectos como “Tras las huellas de Félix Rodríguez de la Fuente” no han recibido el impulso necesario para que la figura del precursor del amor por los animales y por la naturaleza haga brillar a esta provincia en la que él encontró el mejor plató natural para sus documentales y para ver crecer a sus hijas. Decía una canción de Mecano que “andamos justos de genios”, buenísima razón para poner en valor los que tenemos.
No es la Semana Santa soñada, pero si pensamos en la que tuvimos hace un año, la actual nos puede parecer idílica. Hacer torrijas con un tutorial de Youtube fue el año pasado lo único con lo que pudimos celebrar la época de Pascua. Así que este año tenemos muchas cosas que celebrar. Celebremos la vida, el buen tiempo, los atardeceres y las vacunas que están llegando. Y ya que nos ponemos, hagámoslo con generosidad.
No podemos ir a la playa, a recorrer un país europeo en tres días ni a esquiar. Y aunque ver a los turistas franceses disfrutando de Madrid como nosotros no podemos hacer nos abre las carnes, hay motivos para disfrutar de este cierre perimetral regional que nos proporciona el placer de descubrir que, a veces, nos vamos muy lejos a buscar lo que tenemos muy cerca.
El turisteo por la provincia es tan ideal como el que nos obliga a pegarnos palizas de seis horas de coche con parada en Área de Servicio cutre. El Alto Tajo, el Barranco del Dulce y la Arquitectura Negra están espléndidos, en ese momento del año en el que todo brota. Las lluvias y la nieve del invierno han ido escurriendo poco a poco entre la tierra, generando ahora un espectáculo de colores y aromas inigualable.
Pero además de la vista y el olfato, esta primera Semana Santa de la era pandémica precisa de nuestra generosidad en el gasto. Gastemos con alegría. Cuando vayamos al pueblo, cuando visitemos la provincia, hagámoslo sin tacañería. No esperemos a que nos dejen ir a los centros comerciales de Madrid para gastar lo que tan bien le vendrá a nuestros hosteleros, comerciantes y restauradores en estos días.
Resulta irónico que prefiramos gastar en gasolina para irnos lejos a hacer la compra. No hombre, no. Compremos en los supermercados de los pueblos, echemos gasolina en las áreas de servicio del medio más rural, aunque sea más caro, y compremos todo lo que necesitemos en estos días en las tiendas de los pueblos. Si hay que salir, salgamos, con precaución, pero salgamos, a comer, a cenar, a tomar café, a merendar… Y cuando nos traigan la cuenta seamos sensatos a la hora de hacer comparaciones. En el tique que nos dan en el pequeño autoservicio de pueblo están incluidas muchas cosas que no tienen precio. No podemos pretender que los pueblos sigan siendo generadores de vida a coste cero. No sirve lamentarnos de que los pueblos se mueren y llegar con el coche lleno de todo lo que necesitamos cada vez que los visitamos. No sirve decir que nos encanta el senderismo de bocata y a la vez sentir que solo encontramos pueblos fantasmas en pleno invierno.
La vida urbana nos ha llevado a adquirir extraños hábitos que ya ni nos replanteamos. Pedimos cena barata a domicilio y obligamos a alguien a cruzarse la ciudad en bici, coche o moto para buscar nuestra cena y llevárnosla al otro punto de la ciudad. Damos por buenos este tipo de empleos precarios, fomentamos el empobrecimiento de los trabajadores y cuando vamos a un pueblo nos parece caro que nos pidan dos euros por un refresco y probablemente exijamos tapa, que el aseo tenga jabón de manos y que les den vasos de agua fresquita a los niños.
Estamos a tiempo, pero si nos aplicamos esa frase tan nuestra que desde pequeños nos han repetido; “no te estés”. Pues eso, no nos estemos a tonterías, seamos justos con nuestra tierra. Contratemos una visita guiada en Sigüenza o Guadalajara, igual que hacemos cuando vamos a Toledo, compremos regalos para los amigos, aunque nos parezcan caros y si hay que quedarse a dormir en Brihuega, mejor que mejor. Que, aunque esté cerca de casa, siempre es agradable despertarse en un sitio nuevo, con sonidos diferentes y aromas especiales.
Los pueblos se mueren, pero no lo hacen solos. Lo hacen con nuestra ayuda, nuestra indiferencia y nuestra distinta vara de medir. Pagamos 3 euros para que Amazon nos traiga a casa un boli que vale 4. Esperamos un mes para que nos lleguen de China unas zapatillas. Nos comemos la cena fría después de que haya hecho un absurdo viaje en moto. Pero cuando vamos al pueblo, pensamos que todo es caro, imperfecto y falto de sofisticación.
De verdad, celebremos que este año vivimos la Semana Santa en la calle, no como hace un año que estábamos encerrados. Con todas las precauciones, pero con todas las emociones que precisa una situación como esta. Hagan gasto, señoras y señores, que la tierra nos necesita. Compren, coman, beban, pernocten, alquilen, contraten… Porque tenemos motivos para celebrar y queremos seguir haciéndolo. ¡Feliz Semana Santa!
Madrid huye. Sus vecinos escapan de esa ciudad mugrienta y tóxica en la que se convierte cuando desaparecen los miedos de pandemia. El estado de alarma, que los ha mantenido a raya hasta el pasado domingo ya no es impedimento y en cuanto la oportunidad ha surgido la capital ha quedado vacía en domingo. Como ocurría antes. Y como sucedía también antes de surgir el Coronavirus, el lunes caótico de tráfico y ruido motorizado ha vuelto a sus orígenes. Los peatones han visto de nuevo reducido su espacio a la mínima expresión, mientras en beneficio de la recuperación económica, la actividad sobre las cuatro ruedas manda en el espacio público, sin conceder opciones a las nuevas fórmulas de gestión, ni a los beneficios no sólo medioambientales, sino también económicos y sociales que ello conlleva. Y ante tanto humo aparecen algunos atisbos de cambio impuestos desde los juzgados para retratar a su Consistorio por sus esfuerzos para cargarse la única iniciativa válida, hasta la fecha, de convertir esa ciudad en mínimamente habitable.
Ciudad Encantada de Tamajón en Guadalajara. /Foto: guias-viajar.com
Félix Rodríguez de la Fuente en una fotografía de archivo.
Por Miguel Pou (*)
Félix descubrió el hermoso cañón de Pelegrina persiguiendo un halcón para recapturarlo. Los halcones se le escapaban a veces y debía correr horas. Era un fantástico corredor. En aquel año de 1969 soñaba con tener un programa propio de filmaciones y lo logró 5 años después, gracias al descubrimiento de aquel valle y roquedos, desde que llevó animales de nuestra fauna para rodar la Serie ibérica, que daría la vuelta al mundo y que aún se emite por ser aceptada como un clásico imperecedero lo mismo que las obras de Mozart o Beethoven.
El presidente de la Diputación, al frente de la delegación en Fitur // Foto: Guadapress
Por Álvaro Nuño.
Como todos los años, la provincia de Guadalajara se afana estos días en mostrar todos sus encantos en Fitur, la Feria Internacional de Turismo que se está celebrando en el Ifema hasta el próximo domingo 26, jornada en la que además seremos los protagonistas en el stand de Castilla-La Mancha. Todas las administraciones, comenzando por la Junta de Comunidades y acabando por los municipios más «turísticos» -como Hita, Brihuega, Cifuentes, Pastrana, Molina de Aragón, Cogolludo, Atienza, Sigüenza, Torija y la propia capital-, y pasando por la Diputación, exponen los reclamos de cada lugar para intentar atraer al mayor número de visitantes. No en vano, es la mayor feria del sector del mundo a la que el año pasado acudieron más de 140.000 profesionales y 110.000 personas de público general.
Mientras en la ciudad del Doncel tenía lugar recientemente un nuevo encuentro sobre despoblación con ponencias y mesas redondas en las que figuraban ya personalidades contrastadas relacionadas con este asunto y políticos de turno, en un pequeño municipio de nuestra provincia uno de sus vecinos volvía a maldecir, por enésima vez, a la compañía telefónica con la que había contratado el servicio de Internet. De nuevo la red volvía a fallar y le impedía comunicarse. Frustrado, tras conversar con un operador sin que le solucionara el problema, y harto de pagar mucho más por un servicio peor que el que recibe un ciudadano de la gran ciudad, meditaba en voz alta que “esto es como si las autopistas no tuvieran peaje y a nosotros nos pusieran uno por ir por estas carreteras”. Se refería a la pequeña carreterilla a medio parchear que une el pueblo con la vía comarcal.
El vicepresidente de la JCCM, José Luis Martínez Guijarro durante su intervención en Sigüenza.