
Cartel que indica el canal de trasvase del Tajo hacia el Segura. // Foto: Agencias
Por Patricia Biosca
En mi trabajo, los lugares más sociales son las puertas de acceso, donde fuman los adictos a los palitos del cáncer, y el pasillo hacia el baño, donde se encuentran los adictos al café. Yo, que me he vuelto una versión edulcorada de mí misma para todos los públicos y ya no fumo y tomo té (que hace trabajar a mis riñones igual o más que el “aguachirri” de la máquina), me he encontrado a una amiga/compañera de camino a los urinarios. Me ha contado que estaba con el tema de la sentencia del Tribunal Supremo contra el Plan Hidrológico del Tajo, que le pilló de lleno en su sección y trabajando el fin de semana. “Yo creo que al final se va a quedar en nada”, le he dicho antes de despedirme para vaciar mis bolsitas de orín. “Pues yo creo que sí va a ser gordo”, me ha respondido ella después de intentar explicar a vuela pluma de qué va la “vaina loca” que algunos califican de “histórica”. Y ahí me he quedado con el runrún, pensando si esta sentencia es un “one hit wonder” del momento o realmente nos llevará a poder escuchar en directo la preciosa melodía de un Tajo con agua. Sigue leyendo