Por Gustavo García
Hace unos días me encontré viendo por casualidad con un programa de TVE que era un compendio de reportajes sobre personas que habían abandonado sus trabajos, más o menos, confortables en la ciudad para vivir en los pueblos y, claro, normalmente de los recursos que en las zonas rurales se disponen: la agricultura y la ganadería. Eso me hizo recordar a mí que llevo ya una década, en la que hice lo mismo. En 2012 comencé a aprender en serio lo que supone dedicarse a intentar vivir del campo. En ese momento, las circunstancias variadas supusieron que dejara a un lado la licenciatura de Periodismo y casi 30 años de dedicación a la profesión para la cual me había preparado previamente en la universidad y en los primeros años de contacto con los medios, ya en la práctica pura y dura. El cambio fue profundo, aunque ya conocía –o eso creía– la nueva faceta a la que me empezaba a dedicar en exclusiva.
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