
La Tierra y la Luna vistas desde Marte por el Curiosity. // Foto: NASA/JPL/MSSS/TAMU
*Por Rafael Bachiller
Esta instantánea de la Tierra vista desde Marte ha sido obtenida por el robot Curiosity hace tan sólo unos días. Vista desde el planeta rojo, la Luna apenas se distingue a simple vista, pero nuestro planeta aparece como una ‘estrella’ modesta que es visible después del atardecer marciano. Desde los 160 millones de kilómetros de distancia a que se encuentra ahora Marte, la Tierra parece una pequeña mota de polvo flotante en el firmamento. En esa mota estamos los 7.000 millones de humanos con nuestra cultura, nuestras construcciones, nuestros logros tecnológicos y, también, con todas nuestras miserias cotidianas. Supongo que, ante esta imagen, Curiosity se sentiría nostálgico de su hogar, la Tierra, y soltaría alguna lagrimita metálica. Pero si Curiosity se encontrase con un camarada marciano, ¿cómo le explicaría qué son nuestras fronteras, la desigual repartición de la riqueza entre los terrícolas, la barbarie de las guerras, los conflictos en Oriente Medio, en Ucrania o en Bosnia, las pateras, los desahucios, los privilegios de la banca en nuestras crisis económicas?
Curiosity llegó a Marte después de un viaje de más de ocho meses desde la Tierra. “Amartizó” el 6 de agosto de 2012 ayudado por un paracaídas y una grúa con retrocohetes. Va cargado con 17 cámaras y toda una variedad de instrumentos científicos para explorar todo lo que vea en nuestro planeta hermano. En el año y medio que lleva en Marte ya ha recorrido cerca de dos kilómetros, ha horadado el terreno, y nos ha enviado numerosísimas fotografías con un detalle sobrecogedor. Es como si caminásemos con él explorando cada roca, las laderas de los cráteres, las peligrosas dunas de arena. El próximo octubre, miraremos con él, desde primerísima fila, el paso del cometa ‘Siding Spring’ a través del cielo marciano. Pero su principal misión es investigar la capacidad (pasada presente y futura) del planeta rojo para albergar vida. Y es que, hasta ahora, la vida parece restringida a la Tierra, es ello lo que hace a nuestro planeta verdaderamente único… por el momento.

Autorretrato de Curiosity en Marte. // Foto: NASA/JPL
Como los grandes telescopios y otros instrumentos científicos, el Curiosity es una muestra más, no sólo de las habilidades tecnológicas del homo sapiens, sino del empeño puesto por él en conocer y explorar el Universo. Aunque su construcción haya sido realizada por Estados Unidos, no se puede olvidar la contribución de otros países. En España estamos particularmente orgullosos de haber desarrollado parte de su tecnología, concretamente su estación meteorológica, que fue desarrollada en el Centro de Astrobiología (INTA-CSIC) en Torrejón de Ardoz. En el Curiosity se resume, por una parte, el conocimiento tecnológico que los humanos hemos desarrollado a lo largo de la nuestra civilización y, además, todo el anhelo del hombre por ir más lejos, por investigar nuestro lugar en el Cosmos. La experiencia del Curiosity será muy útil para preparar el viaje de los hombres a Marte en un futuro no demasiado lejano.
¿Cómo aparecieron los planetas, las estrellas y las galaxias? ¿y la vida? ¿De dónde venimos y adónde vamos? Todos tenemos derecho a reflexionar sobre estas cuestiones y todos podemos sentirnos parte de este Cosmos complejo y antiguo. Todos podemos adoptar, al menos de vez en cuando, esta perspectiva cósmica para ser conscientes de que nuestro cerebro es el medio que tiene el Cosmos para reflexionar sobre sí mismo y tratar de comprenderse. Pero ¿cómo volver los ojos hacia estas cuestiones? Aunque los medios de comunicación estén inundados por los detalles minúsculos de la cotidianeidad, recuerde que algunos de estos medios poseen su sección de Ciencia y déjese asombrar por los numerosos descubrimientos que se realizan a diario. Recuerde en resumidas cuentas que, tal y como dijo el escritor y editor Steward Brand, ‘la Ciencia es la única noticia’.
Ponga algo más de Astronomía en su vida. Es cierto que la Astronomía es una ciencia muy práctica que nos ayuda a organizar nuestras sociedades midiendo el tiempo y estableciendo el calendario, y que la tenemos presente a menudo. Pero no es menos cierto que la Astronomía nos invita a levantar nuestros ojos sobre la cotidianeidad, induciéndonos así a filosofar sobre nuestro origen y nuestro devenir. Además, siempre está el cielo nocturno al alcance de nuestra vista. Particularmente en Guadalajara, con sus espléndidos cielos, desde este rinconcito de esta pequeña mota de polvo en el Cosmos, déjese reconfortar alzando la mirada hacia la bóveda celeste, reconociendo los planetas y las constelaciones, admirando así nuestra bella e inmensa catedral cósmica inundada de maravillas.

R. Bachiller. // Foto: S. Enríquez
*Rafael Bachiller es un astrónomo de amplio prestigio internacional. Doctor en Físicas por las universidades Joseph Fourier de Grenoble y Complutense de Madrid, es especialista en formación estelar y en nebulosas planetarias, temas sobre los que ha publicado unos 250 artículos que han recibido millares de citas en la literatura especializada. Además es autor o editor de media docena de libros. Entre sus logros científicos destaca el descubrimiento de algunas de las protoestrellas más jóvenes y la localización y caracterización de gas molecular en nebulosas planetarias. Participa o ha participado en diversos proyectos de desarrollo de grandes instalaciones astronómicas, como el Observatorio de Yebes (Guadalajara), los Observatorios del IRAM (en Pico Veleta y en los Alpes), el telescopio espacial Herschel, el ALMA (en Atacama, Chile) o el radiotelescopio gigante SKA. Es director del Observatorio Astronómico Nacional (IGN) y académico la Real Academia de Doctores de España.
Rafael Bachiller lleva más de 25 años residiendo en Guadalajara. Es patrono y asesor científico de la Fundación Siglo Futuro. Recientemente fue galardonado con el Premio a la Excelencia Científica otorgado por la Junta de Castilla-La Mancha.