Entre la marcha de Antón y la moral del deportivismo

Álvaro Antón ha fichado por el Recreativo de Huelva después de una gran temporada en el Escartín. // Foto: Mariano Viejo (www.deportivoguadalajara.es)

Álvaro Antón ha fichado por el Recreativo de Huelva después de una brillante temporada en el Escartín. // Foto: Mariano Viejo (www.deportivoguadalajara.es)

Por Roberto del Barrio

Planeando esta página de El Hexágono, me surgió la duda: en este momento de alta tensión, incertidumbre y miedo, ¿qué le interesaría más al aficionado del Depor? ¿Un nuevo análisis sobre la situación extradeportiva o evadirse hablando -leyendo- sobre puro fútbol? El anuncio del fichaje de Álvaro Antón por el Recreativo de Huelva acentuaba un debate que no tardé en trasladar a las redes sociales, esos diabólicos escenarios en los que se catapultan y amplifican las opiniones. Para mi sorpresa, varios aficionados me pedían símplemente que escribiera algo que «ilusionara y animara al personal», una ventana al optimismo sobre el futuro del equipo en este durísimo transitar que parece no tener fin.

Entiendo -créanme que es así- el sufrimiento de la hinchada alcarreña, desde la más positiva a los pesimistas, tanto a los aficionados que se ceban con Tebas -o incluso con la prensa que informa- como a los que utilizan el prisma más reflexivo para analizar la situación; su origen, sus causas y sus posibles consecuencias. Todos tienen algo en común y es precisamente eso: la necesidad de creer y enamorarse de nuevo, de disfrutar pensando en su equipo, de especular con el mercado de fichajes, con la próxima temporada, con los nuevos retos.

Sintiéndolo mucho, no concibo la labor periodística como la venta gratuita e irracional de ilusión y sí como el ofrecimiento de información y el análisis más honrado posible de la misma. Porque vender optimismo sin cimientos es humo y negarlo si existiera sería muy poco profesional. Permítanme que mantenga esa línea, porque con una sanción de descenso ejecutada, un recurso pendiente en el CEDD y con la única carta de una suspensión cautelar como vía de escape hacia el futuro el paisaje no es idílico. Tan cierto como que usted, aficionado del Deportivo, debe seguir luchando hasta que la puerta se cierre definitivamente, si es que lo hace. Tan claro también como que debe pedir motivos para ilusionarse a los actores involucrados en todo este embrollo, pero algo más contundente que una camapaña de abonados caída del cielo o el anuncio ligero de un nuevo estadio no se dónde y no se cuándo.

El jugador burgalés, junto a Jorge el día de su presentación como jugador del Depor. // Foto: www.deportivoguadalajara.es

El jugador burgalés, junto a Jorge el día de su presentación como jugador del Depor. // Foto: http://www.deportivoguadalajara.es

No quiero dispersarme y continúo con la palabra «ilusión», un término que resume a la perfección lo que es el fútbol para el corazón del aficionado. Fundamentalmente, soñar cada semana con apoyar a los suyos, con escalar en la clasificación con una nueva victoria o con idolatrar el talento de alguno de sus futbolistas. Un sentimiento que ha encarnado a la perfección Álvaro Antón durante toda una temporada que, evidentemente por mil motivos, los seguidores deportivistas no olvidarán jamás. No lo harán por todo su calvario, pero tampoco cuando echen la vista atrás y recuerden las conducciones elegantes del número 23, sus asistencias mágicas o sus extraordinarios lanzamientos de golpe franco.

Si hay una imagen de este año que perdudará en mi memoria, será esa maravillosa falta que Antón elevó a obra de arte en el Depor-Las Palmas cuando, con el hombro hecho trizas y tumbado en la banda, Terrazas «le empujó» al campo para regalar al Escartín un golpeo envuelto en seda. Ese día, la grada entendió definitivamente que tenía un nuevo ídolo del que presumir y con el que «ilusionarse», ese chico rubio con aires de no meterse con nadie que tiene en el balón a su mejor aliado, el mismo que minutos después tuvo que abandonar el césped visiblemente lesionado.

Posiblemente, un talento nunca antes visto en la historia deportivista, el de un jugador diferente, un líder tímido y sensible que quizá se hubiera instalado en la élite del fútbol nacional si hubiera acentuado un carácter más rebelde e irreverente sobre el campo. Álvaro nunca lo tuvo ni lo tendrá. Y eso le hace especial, sin duda.

Pero la «ilusión» de Antón, la que esparcía cada semana, ya es historia en el Deportivo Guadalajara. Aunque, más allá de la complicada situación institucional, hubiera sido ciertamente difícil optar a la renovación. Su gran temporada y el cartel forjado en la categoría en esta última década hacían prever una lluvia de ofertas complicada de contrarrestar. El mérito estuvo en ficharlo justo hace un año; y la suerte de la afición morada en poder disfrutarlo y paladearlo. Jugadores como Antón son los que marcan la diferencia con categorías inferiores, los que bien merecen pagar un abono y los que hacen sentir al aficionado el gran privilegio de formar parte del fútbol profesional.

2 comentarios en “Entre la marcha de Antón y la moral del deportivismo

  1. Soy rendido admirador de Álvaro y todo lo que dices lo suscribo, incluso me parece corto, por eso duele más su marcha ( El fútbol humilde tiene esas cosas, lo bueno dura poco) y más en esta situación de zozobra, deriva y hundimiento (presunto, jurídicamente hablando) que el «mastil», sea el primero en abandonar el barco…Pero esto es el fútbol profesional,Antón ha demostrado que lo és, dentro y fuera(la pela es la pela y el futuro hay que asegurarlo) …que pase el siguiente o sálvese quien pueda.

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  2. Incertidumbre, zozobra y pesimismo. Desde hace algún tiempo, no tenemos nada mas que malas noticias. Se va unos de los mejores jugadores que ha vestido de morado. Y los que quedan, por ahora, ¿donde jugarán la próxima temporada?. Retuerta, menos promesas de construir un estadio y más seguridad.

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