
Uno de los pasillos de la exposición permanente del Museo, ‘Tránsitos’.//Foto: Museo Provincial de Guadalajara.
Por Elena Clemente
En 2013, el Museo Provincial de Guadalajara cumplirá 40 años en el Infantado como sede estable. En 1973, después de pasar por varias ubicaciones, como el convento de la Concepción, en la plaza Moreno o el propio Infantado (entre 1873 y 1898), el Museo Provincial se establecía definitivamente en el Palacio más famoso de la capital, un lugar emblemático y bello, adonde van a parar -quizás mucha gente lo desconozca- todos los hallazgos arqueológicos que se encuentran en los diferentes yacimientos que hay en la provincia, que son muchos.
El Museo se ha ido adaptando a las demandas culturales. Igual acoge una exposición fotográfica de los reporteros gráficos guadalajareños que una retrospectiva sobre el 1 de mayo o la gran muestra del Año Quijote, que delata a través de grabados, litografías y pintura cómo fue Guadalajara hace dos siglos, bajo los ojos de Genaro Pérez-Villaamil, máximo representante del paisajismo romántico. Ha sido con esta última muestra, ‘Guadalajara pintoresca’, clausurada esta misma semana, cuando el Infantado ha recibido más visitantes y eso no pasaba en los últimos 25 años.
El Museo no sólo ha sido y es un espacio expositivo, es guardián de los tesoros de otro tiempo y fiel restaurador de la memoria arqueológica que sabiamente ha querido mostrar en ‘Tránsitos’, la exposición permanente, que enseña a público y también a escolares -a través del programa de visitas didácticas y guiadas- quiénes fueron nuestros antepasados, cómo vivían, cómo era la Guadalajara remota, la de siglos antiquísimos.
También la Guadalajara de nuestros abuelos, porque en este Museo se expone el arte pero también la cultura, el paisaje y el paisanaje. Desde botargas hasta colmenas en tronco con tapa de pizarra; desde ‘La Virgen de la Leche’, de Alonso Cano hasta la escultura femenina que esculpió Zenón de Afrodisias, en el siglo II. Con ‘Tránsitos’, el Museo sacaba a relucir ‘sus fantasmas’ y transformaba seriamente su filosofía. Se convertía en una Pinacoteca moderna, con una exposición permanente sobre la vida del hombre: desde el nacimiento hasta el ‘más allá’.
En 2011, el Museo tenía planes para convertirse en un museo del siglo XXI, un paso más que se imaginaba como obra integral, pero tenía que esperar a que el Archivo Histórico se trasladara del Infantado al nuevo edificio, moderno, amplio, práctico y luminoso que espera pacientemente -no sé muy bien a qué- casi al final de la Avenida del Ejército, en el barrio de Escritores. Esa mudanza estaba prevista para la primavera de 2011.
El proyecto contemporáneo Museo Provincial de Guadalajara duerme en un cajón mientras el Archivo Histórico se desespera por la tardanza. Es verdad que el Museo ha dado pasos, como una intranet, conexión wifi, lecturas de código BIDI… pero también lo es, el hecho de que el gran proyecto museístico para este enclave duerme en un letargo por falta de presupuesto.
Quizás todo se resuelva a mediados de 2013, cuando se espera que esté lista la nueva Ley de Museos que se está preparando desde la consejería de Cultura que dirige Marcial Marín, y que promete una revolución en la gestión museística -en 30 años, es la primera ley de este tipo en la región-. Se quiere poner en orden el panorama museístico de la región y abrir la puerta al mecenazgo y la gestión privada. Quizás entonces sabremos si es posible que se abra el cajón y el Museo amplíe sus servicios o si se cobrará entrada por ver sus salas.