Al enemigo, ni agua

Algunos de los manifestantes del sábado, en Hiendelaencina. // Foto: La Plazuela.

Algunos de los manifestantes del sábado, en Hiendelaencina. // Foto: La Plazuela.

Por Rubén Madrid

Los vecinos de Hiendelaencina llevan ya más de cincuenta días sin agua potable. Pronto perderemos la cuenta. El fin de semana pasado el pueblo acogió una concentración con más de 200 personas en la que participaron varias asociaciones con pancartas de respaldo a las gestiones del alcalde, Mariano Escribano, frente a la tibia respuesta de quien tiene la solución en su mano. Desde Diputación no ha habido reacción. Se puede entender el silencio como síntoma de incapacidad o de falta de transparencia (otro indicador más, después del tirón de orejas de Transparencia Internacional) o, lo que es todavía peor, como un gesto de desdén o castigo hacia ese pueblo que pareciera señalado en rojo en todos los mapas del palacio provincial.

El Ayuntamiento ya ha dado el paso que estaba tardando en dar, la denuncia a la empresa que accidentalmente vertió gasoil. Pero es de todos sabido que la solución pasa por la renovación de buena parte de las tuberías y que el Consistorio de este pueblo no tiene capacidad para financiar una obra de estas características. Tampoco le dejarían endeudarse, otra solución admisible en otros tiempos. En este caso, hace falta el auxilio de una administración mayor. Pero la Junta se ha limitado a lavarse las manos, qué ironías, y Diputación, que tiene la capacidad y debería tener también la obligación moral, si no institucional, de hacerlo, tampoco mueve ficha. Y es una urgencia. No hablamos de una carretera ni de un festejo, sino del agua que llega a los grifos de todos los vecinos.

Por supuesto que habrá que ver quién es el responsable de lo ocurrido (el asunto tiene su recorrido judicial), como ha venido a decir la presidenta Guarinos, pero esa no puede ser la justificación para desatender el reclamo de adelantar la cantidad necesaria para la inversión en la red de aguas.

Da vergüenza incluso explicarlo. Un socorrista no decide si aplica los primeros auxilios dependiendo de si la causa del ahogo es el estado etílico del bañista o un calambre en el gemelo. Primero atiende la emergencia; después ya tendrá tiempo de exigir responsabilidades a quien corresponda. Porque, si me apuran, creo que nadie afearía a Diputación si hiciese incluso una inversión a fondo perdido para resolver un problema de estas características, aunque este no tiene que ser necesariamente el caso. Y tampoco cuela aquí un arrebato de extrema honestidad en el manejo de fondos públicos, con el chorreo de corrupción al que estamos sometidos día sí y día también.

No voy, por tanto, a enredarme en el origen del asunto, donde hay demasiados actores con intereses cruzados. Insisto en centrar la atención en el problema grave, en la situación que nadie entiende, en esa falta de respuesta ante algo tan urgente y que parece no preocupar al equipo provincial de gobierno, al que día sí y día también vemos haciéndose fotos en firmas de convenios como si todo estuviese en orden, o asistiendo a galas de la patronal o de la Junta como si toda emergencia estuviese ya atendida. Es de alabar que en un pleno se apruebe por unanimidad ampliar en otros 8.547 euros el fondo ya aprobado de 10.000 de ayuda para combatir las tremendas consecuencias del tifón Haiyan en Filipinas, pero a cualquiera se le ocurre pensar porqué no existe la misma sensibilidad y celeridad con los vecinos de Hiendelaencina.

Dejo también de lado, por cierto, la politización del asunto. Como ciudadano y como observador me importa muy poco en estos momentos si el PSOE intentará sacar partido o no de este conflicto.

Botellas recogidas en las primeras horas, tras el vertido. // Foto: Henares al Día.

Botellas recogidas en las primeras horas, tras el vertido. // Foto: Henares al Día.

Lo tremendamente inexplicable es la actitud de la institución provincial. Ante la ausencia de argumentos sólidos, pareciera que hubiese que buscar los motivos en presupuestos que deberían ser inadmisibles, como que esta negación de ayuda a Las Minas sea producto de una inquina casi personal de las autoridades del PP hacia este pueblo serrano.

De ser así, habría que admitir que la que fuera una de las aldeas más combativas en la región contra el cierre de los centros de urgencias, decisión paralizada judicialmente, estaría asistiendo a una serie de castigos, entre ellos la marcha atrás de la inversión para vestir su Museo de la Plata (contra toda idea de emprendimiento) y la eliminación -tan poco convincente- de la subvención para la fiesta ganadera de cada primavera. En ese sentido, estaríamos ante una nueva venganza. Ahora bien, rebajen los humos en Diputación y no se tomen al pie de la letra aquello de «al enemigo, ni agua».

Extraña la paciencia que están teniendo estos vecinos de Las Minas, que no les veamos cada día importunando con sus garrafas por los pasillos de Diputación o montando un estudio de radio permanente para Angels Barceló, que parece que es el único modo de tocar fibra entre quienes tienen la capacidad de decidir si estos rurales pueden beber agua o curarse las heridas.

Como ciudadano que no estoy afectado directamente por el problema, pero que intento a menudo ponerme en el pellejo de los otros, me decepciona muchísimo pagar cada vez más impuestos para que quienes los gestionan hagan tan mal su trabajo.

Hiendelaencina es un pueblito muy pequeño, pero lo que está ocurriendo constituye un ejemplo muy feo. Como dijo ayer el Príncipe Felipe, «lo que ocurre en un lugar remoto nos acaba afectando a todos». Afortunadamente, no toda la prensa está comprada y a los ciudadanos todavía nos llega información puntual y de calidad sobre este hecho (personalmente me ha gustado el tratamiento en la SER o Henares al Día). Por los compañeros estamos observando que en este conflicto la indiferencia de la Junta y de la Diputación amplía la brecha entre la ciudadanía y los políticos, más necesarios que nunca cuando existe un problema, más prescindibles que nunca cuando no lo solucionan. Por errores de estrategia política como el que está cometiendo el PP en Guadalajara luego en Toledo intentan ajustar la ley electoral para que cuadre al dictado de las nuevas corrientes de intención de voto.

De nada sirven contra la obstinación de los hechos los anuncios que nos venden «200 años al servicio de los municipios» o los discursos que contienen aquello de que la presidenta de Diputación será la alcaldesa de todos los alcaldes. Cualquier Diputación actúa contra natura si prolonga el problema de un municipio en vez de resolverlo; y ningún alcalde, en realidad, dejaría sin agua a sus vecinos. Recuperemos el norte de la política; gobernar no es sólo presentar un equilibrio presupuestario. Rebajar el déficit en las arcas provinciales es un objetivo ridículo si a la vez se dispara el déficit de atención a las personas.

1 comentario en “Al enemigo, ni agua

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