Por Marta Perruca
Hace unos días estaba decidida a dejar aparcadas todas mis preocupaciones cotidianas hasta el 7 de enero: sumirme en una especie de paréntesis y disfrutar de mi familia y mis amigos entre burbujas de champán, turrones y polvorones. Tenía el firme compromiso de ser feliz, al menos durante este periodo de tiempo, porque creo que tengo motivos para ello, a pesar de todo. Supongo que, como yo, muchos otros empezarían estas vacaciones con ese mismo propósito, pero después de estos primeros días navideños y de que no nos ha tocado un duro en la lotería, he comprendido que es una empresa harto complicada.
Escuchaba ayer en la radio el mensaje navideño de nuestra presidenta del Gobierno en la Junta, María Dolores de Cospedal, convencida de que nuestros esfuerzos no van a caer en saco roto y de que los desempleados de esta comunidad autónoma, pronto van a poder conseguir un empleo, porque ese es su principal compromiso. Habrá que verlo, porque la realidad de estos tiempos, al menos en mi pequeño pueblo, ya sabéis, Molina de Aragón, es muy distinta.
Como marca la tradición, acudía a las hogueras que se encienden en distintos puntos de la ciudad en la víspera de Navidad pero, a diferencia de otros años, no se escuchaban los villancicos, ni las risas y las chanzas de los molineses, que en otros tiempos empezaban con alegría estos días festivos, tocados con el gorrito de Papá Noel y pertrechados con panderetas, zambombas y botellas de anís. Tampoco encontré la algarabía de costumbre en los bares que, por el contrario, se lamentaban de los estragos de la crisis y, tras la tradicional cena de Nochebuena, eran escasas las felicitaciones. Bueno, la verdad es que cuando yo digo eso de “¡Feliz Navidad!”, tampoco es que me lo crea mucho.
Desde luego, no me extraña nada. Y es que no pasa semana sin que esta comarca reciba un nuevo varapalo. A los despidos de Geacam en los montes; los de los interinos, que han afectado de manera especial a esta zona; al cierre de escuelas rurales; al traslado de la ambulancia al Pobo de Dueñas; a la eliminación de las urgencias del centro de salud de esta localidad; la clausura de los centros de interpretación etc., se suma ahora el cierre de la planta de biomasa de Corduente, que deja en la calle a 13 trabajadores y afecta a otros diez puestos de trabajo indirectos.
Tan solo tres años se ha mantenido en funcionamiento esta planta, propiedad de Iberdrola, que se abría en 2009 como uno de los compromisos de la Junta tras el monstruoso incendio de julio de 2005, con la expectativa de generar 250 puestos de trabajo en esta zona deprimida. Uno de los pocos que se veían satisfechos, porque parece que aquí ya puede desatarse un huracán, temblar la tierra, caer un meteorito o llover sapos y culebras, que nadie acudirá a rescatarnos cuando, una vez se desencadene la tragedia, nos encontremos indefensos contemplando el panorama desolador que ha dejado. Lo único que hemos recibido, a pesar de los beneficios que se han obtenido con la venta de la madera son promesas vacías. Si no, ¿dónde está el parador?, ¿dónde, la autovía hasta Monreal del Campo?
A veces pienso que tenemos que felicitarnos de que nuestra población esté envejecida, porque gracias a nuestros mayores, jubilados y pensionistas, muchas familias pueden poner un plato sobre la mesa.
Con un tejido industrial casi inexistente -esta comarca se alimenta del sector servicios, en menor medida, de la agricultura, y de los puestos que hasta hace poco aseguraba la Administración- esa veintena de empleos, que desaparecerán con este año, suponen un duro golpe para la zona.
Afirman que nunca fue rentable, que cierra por pérdidas continuadas y que está pendiente de un estudio de viabilidad tras llevar a cabo una modificación técnica, para lo que no dan plazos, pero la realidad es que esta planta cierra siendo apenas un bebé, dejando una chimenea horrorosa en las mismas puertas del Parque Natural del Alto Tajo y al menos, a una veintena de trabajadores en la calle.
Al tiempo que se conocía la noticia surgían movimientos en las redes sociales para que los vecinos de esta tierra digan “No al exterminio de la comarca de Molina”. Visto lo visto, considero que sería demasiado ingenuo pensar que nos van a salvar ahora cuando nos han tenido tanto tiempo olvidados y postergados en una maraña de pepeleos, que se perderán en alguna mesa de despacho y me temo que no nos queda otra que pertrecharnos de entusiasmo y trabajar para hacer viable la vida en nuestros pueblos, para que nuestro futuro no se convierta en una quimera.
Os invito a disfrutar de estas fiestas, a ser felices y a aparcar los problemas durante unos días. Después de Reyes bien podremos empezar a levantarnos y a buscar una salida que dependa de quienes realmente hacen pueblo, comarca, provincia, país… porque desde luego, si tenemos que confiar en que se vean satisfechos los compromisos políticos de las altas esferas podemos ir firmando nuestra sentencia de muerte.
El día de Noche buena el Rey en su discurso animaba la gran política, pues yo reclamo la pequeña, esa qué debe poner el acento en los pueblos pequeños, esa que fija población para que podamos verlos llenos de mamás con sus carritos de niños… muchos hemos tenido que abandonar nuestro pueblo e irnos a buscarnos la vida a las ciudades y la verdad es que perdemos calidad de vida. Una pena . Estas noticias cada vez ayudan a despoblar nuestros maravillosos pueblos.
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Querida Marta: La Comarca siempre ha estado y estará sumida «entre burbujas de champán, turrones y polvorones» durante todo el año. Y desde hace unos años, «entre polvorines» desde que el político de turno ha sabido egoistamente acordarse de Molina de Aragón y toda su comarca para que se decidiera el Gobierno de Castilla-La Mancha. Seré critico con los molineses. No entenderé nunca que una cabecera de comarca de paso hacia Teruel, Valencia y Castellón, lugar por tanto ciertamente estratégico, esté en el estado que se encuentra. Nunca lo entenderé cuando hay razones para generar riqueza. Lo que me parece lamentable, principal problema al que achaco el estado deplorable en el que se encuentra la Comarca, es que en un ayuntamiento de apenas 5000 habitantes, como es el caso de Molina de Aragón, estén chupando de la teta del Estado decenas y decenas de personas a las que cuestiono su labor, pues no me explico qué pintan tal número de funcionarios en un municipio de estas dimensiones.
Reflexionaré las sabias palabras de un molinés que un día tomando un trago de vino me dijo que nunca vendrían de fuera a ayudarnos. Por tanto, dicho queda. Si la Comarca progresa no será por PSOE, PP, IU… Será gracias a sus gentes. A los que realmente son inconformistas. A los que luchan con su sudor por hacer próspera a Molina y su comarca pensando en una Comarca que no debe nada a sus gobernantes, excepto a quienes se desmarcan de la línea de partido, como es el caso de su alcalde, D. Jesús Herranz, al que deseo que siga siendo inteligente y escuche a su pueblo. ¡Felices fiestas a todos!
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Ante todo, muchas gracias por asomarte a esta ventana. Cualquier tipo de crítica u observación será bien recibida. La verdad es que no tengo mucho que añadir. Soy consciente de que mi condición de molinesa, en ocasiones, me impide ser todo lo objetiva que quisiera, pero lo cierto es que tras leer su comentario solo puedo decir que estoy totalmente de acuerdo con usted. Desde luego, aunque las decisiones de los políticos puedan ayudar o incluso entorpecer la marcha de un municipio, quienes hacen pueblo son los ciudadanos y, en este caso, lo dejo claro: o nos ponemos las pilas o no en demasiado tiempo nos veremos abocados a tener que echar el cierre de nuestros pueblos. De nuevo gracias y un cordial saludo. Marta
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