
Las palabras nos unen y crean una identidad común ligada a un territorio real o sentimental.
Por Gloria Magro.
Mi abuelo, Mateo Magro, (1911-2004), nos decía de pequeños que no tocásemos nada en la fragua, no nos fuésemos a llenar. Se refería claro está, a que no nos manchásemos. Aquella palabra, asociada para siempre a la infancia en el pueblo y a los sonidos de la bigornia -yunque- , las rejas -apero de labranza-, escofinas -lima- y herraduras, se quedó ahí, en el recuerdo. Reconozco que no he vuelto a usar llenar en la acepción en que la usaba mi abuelo el herrero de Jadraque. Forma parte del léxico familiar, que diría Natalia Ginzburg, de esos recuerdos que se atesoran pero que pocas veces salen a la luz. Hace algunos años en un vuelo hacia algún lugar de América, un compañero usó el mismo término con ese significado de ensuciarse. Era un chico de Soria, del Burgo de Osma y a través de aquel vocablo los dos nos sentimos por un momento conectados por un lenguaje común y una procedencia cercana de tipo social, geográfica o tal vez cultural.
Las palabras nos unen, crean una identidad y nos ligan a un lugar y a otras épocas que no siempre es posible encerrar entre los renglones de un diccionario. En Guadalajara, al igual que en el resto de provincias españolas, tenemos unos códigos lingüísticos que sentimos como propios y diferentes. Nuestro castellano no llega a ser dialecto, ni mucho menos, pero en caso de necesidad podríamos comunicarnos al margen de la lengua española estandarizada utilizando un vocabulario propio que sentimos profundamente alcarreño aunque en realidad compartamos esas palabras y su uso con al menos las provincias limítrofes a la nuestra. No se trata de una semántica universal alcarreña, al recopilar este vocabulario resulta evidente que entre la sierra y la campiña, las panameras y el corredor del Henares compartimos palabras pero no siempre significados. Y pese a ello, existe la creencia popular de que tenemos un léxico propio alcarreño.
Hace ya varias semanas hice una petición en el grupo de Facebook de Amigos de Guadalajara, mi principal caladero informativo de tipo informal y que nunca falla a la hora de “pescar” aquello que se busca. En este caso palabras provenientes de todos los rincones de la provincia y también de todos los rincones de la memoria. Así, en unos días afloraron decenas de palabras y expresiones, retazos del habla interna de muchas familias y que hoy en su mayor parte están en desuso fuera del ámbito doméstico. Cierto es que todas ellas se encuentran en las múltiples recopilaciones de lingüistas y etnógrafos y se pueden consultar en la Biblioteca Pública de Dávalos, al igual que en la red (*), pero ha sido una sorpresa comprobar como su uso es compartido aún hoy por muchos guadalajareños de distinta procedencia geográfica, social e incluso cultural. Tenemos memoria lingüística si algo así existiera.
Gañan, Galán: Mozos, jóvenes, o personas más jóvenes que el que lo dice. Perdigacho /cha (endémico de Villar de Cobeta): Adolescente en su primera parte de pubertad, despues pasa a ser mozo/galán o moza/galana. hacia los 16 o 17 años Imagino que ya ni se acuerdan de que en los 80 se usaban estos términos, entre otras cosas porque este pueblo tenía en aquéllos años unos 2310 habitantes: 300 entre gallinas, perros y gatos, 10 personas y 2000 ovejas. Eso sí, en invierno, porque en verano llegaban a los 150 humanos. Jesús Ramón Valero Diez.
Amorcar que significa empitonar también se usa en la provincia de Guadalajara. Mureco, que significa antipático, arisco, poco sociable:ser un mureco. Seguro que me acordaré de alguna más.. soy de Guadalajara y llevo muchos años viviendo en Madrid. Hubo una época en que iba apuntando todas las palabras que yo decía y que no conocían en Madrid. Marrarse, «no me marro un pelo», que significa no me equivoco ni un pelo. Decir que algo “está pino”, cuando está en posición vertical, tampoco lo conocían. Berta Moreno Blanco.
Escañeta, especie de taburete, lo tenían en la cocina para sentarse al lado de la lumbre o fuego. Julia Segovia Molina.
Zancochar, relativo al agua, cuando juegas o enredas y al final salpicas. Recuerdo con mi abuela que me decía de pequeña, ¡no zancoches! Marta Aragonés Sanz.
Pelandrusca o pelandrusco, gente de mal vivir. Isabel Pardo del Molino.
Botarate se dice mucho por la campiña se retire cuando una persona se pone cabezona o se enfada. Francisco Javier Calvo Escribano.
La lista de vocablos peculiares es interminable, así como su uso, que difiere de unos puntos a otros de la provincia e incluso de una familia a otra, componiendo un código propio intrafamiliar. Es común que se perciban estas palabras como una forma inferior de castellano que en la práctica se reduce al habla de los abuelos, de los pueblos o del ámbito doméstico y que en contadas ocasiones sale conscientemente de ahí porque asociamos su uso a una procedencia social baja, a una connotación negativa.
Eslambrio, cuando alguien es muy delgado. Silvia Martínez González.
Vas como un adefesio, un trazas, un cenacho. Rocio Irueste López.
Cenacho por algo sucio, desordenado. Chupete por cotilla. “No te estés a maulas”, por no te entretengas. María Facoes.
”No te está la ropa”, por no te vale. O “descambiar” por cambiar. María O.
Prete por apretado, tenso. Lorenzo Mulero Cava.
La profesora de Lengua y Literatura, Ana García Lamparero, adelanta un pequeño esbozo de lo que será su próximo artículo para El Hexágono de Guadalajara al respecto de este mismo tema. “Hay muchos factores que afectan al uso del idioma –explica– factores geográficos, sociales, históricos… En Guadalajara se habla un castellano próximo a la norma pero eso también depende de la zona de la provincia. Las zonas más aisladas se apartan más del uso correcto pero justo ahí es donde se pueden apreciar las variaciones lingüísticas más interesantes”. No se trata por tanto de localismos sin valor alguno, de hecho, dentro de la Lingüística hay ramas como la Dialectología y la Sociolingüística a las que corresponde dirimir el alcance de las peculiaridades dialectales entre las que se encuentra el castellano que se habla en Guadalajara.
Gulemo en Sacedón significa goloso y en muy pocos sitios conocen la palabra, en mi pueblo se dice muchísimo. Miriam Ortega y Gema Ballesteros Prados. Mi abuela decía golismero para referirse a lo mismo. Silvia Martínez González.
Botarate se dice mucho por la campiña cuando una persona se pone cabezona o se enfada. Francisco Javier Calvo Escribano.
Chumascado. En lugar de chamuscado. Elisa Vega Méndez.
“Te doy un rijostio” es que te doy un bofetón. Gema Balcones Calvo.
Cuando nos despedimos decimos venga, en lugar de adiós o hasta luego. Teresa Fernández.
Machi, cuando se ven dos amigos el saludo es “que pasa, machi”, se dice en Guadalajara capital y pueblos aledaños. Mariano Monge
Una cosa arpada, fuera de Guadalajara no saben lo que es, significa rajada. Berta Moreno Blanco.
Zascandil, nervioso, inquieto, culo de mal asiento. Ángel Fortu.
El próximo sábado más alcarreñismos en El Hexágono de Guadalajara. Gracias a todos los lectores que han hecho posible esta pequeña recopilación.
(*) Bibliografía online proporcionada por Carlos M. Paulos Rey.
-Palabras y expresiones propias del habla de Pastrana (Guadalajara), María Jesús Remartínez Maestro.
-Gentilicios y pseusogentilicios de Guadalajara, María del Pilar Cruz Herrera
-http://diccionarioalcarria.blogspot.com/2008/02/introduccin-al-palabrario-alcarreo.html