Por María Campoamor y Cecilia Hernández de la Torre (*).
Recientemente se ha inaugurado la restauración del Retablo Mayor de la Iglesia Parroquial de Fuentelencina (Guadalajara). Se trata sin duda, del mejor ejemplo de arte plateresco de nuestra provincia, tanto por sus dimensiones como por la excelencia de la talla de relieves que decoran cada centímetro de su mazonería, de los grupos escultóricos y de las seis tablas excepcionales que ocupan sus calles laterales. El dorado y la policromía vienen a coronar la obra ya que llegan a un nivel de virtuosismo y detalle que nunca nos habíamos encontrado en nuestra larga trayectoria profesional, con un universo de imágenes fantásticas que ocupan toda la superficie de la obra y que fueron realizados incluso en zonas que nunca estarían a la vista del espectador.
El Retablo, de más de doce metros de altura, fue realizado en el siglo XVI, bajo el mecenazgo del Arzobispo de Toledo Silíceo, y contó con importantes artífices de los que tenemos constancia por referencias de contratos hallados en protocolos notariales: Diego de Madrid (pintor seguntino) llevó a cabo las tablas y contó con el aval del mismísimo Vandoma a la hora de contratar la obra, el dorado y estofado a cargo de Luis de Velasco y Diego de Madrid respectivamente, y el ensamblaje realizado por Alonso Fernández. Respecto a la traza y la talla, a falta de descubrir documentación oficial de contratos y pagos, sólo, por similitud estilística, se puede atribuir la hechura al trabajo de Nicolás de Vergara, el viejo, y a Bautista Vázquez.
En el momento de iniciar los trabajos de restauración que se prolongaron durante 5 meses, nos encontramos con un Retablo que necesitaba una profunda restauración. La obra ya había sido intervenida a finales de los años 80, por un equipo de estudiantes dirigidos por una profesora titular de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense. Las restauraciones no son eternas, después de treinta años era necesaria una nueva intervención que asegurase el mantenimiento del bien para el futuro.
Los criterios, materiales y procedimientos han avanzado en este periodo de tiempo, y debemos señalar que para nosotras ha sido más complejo el enfrentarnos a una obra ya intervenida que si hubiéramos partido de una obra que no hubiera sido tocada. Nos encontramos con patologías habituales a corregir como podrían ser problemas de levantamientos de estratos pictóricos y dorados, o deficiencias mecánicas del soporte, pero también con actuaciones irreversibles como eran limpiezas extremas que habían arrasado policromías llevándose consigo todos los matices con que fueron realizadas en origen, y acabados que en este momento no coincidían con nuestros criterios de conservación restauración.
El primer paso a la hora de enfrentarnos a una obra de estas dimensiones y calidad fue la de realizar un exhaustivo estudio de toda su superficie, se realizó una documentación fotográfica completísima de todas las patologías que presentaba la obra y que luego se plasmaron en mapas de patologías, toma de muestras para realizar analíticas, test de solubilidad, pruebas de consolidación de policromías… Esta labor de estudio y documentación es imprescindible para poder realizar una planificación lógica de los procesos que se llevarán a cabo, de igual modo que la organización del equipo de profesionales que intervendrán en el desarrollo de los mismos.
Además de nosotras, María Campoamor y Cecilia Hernández como restauradoras, coordinadoras y directoras del proyecto, se ha contado con un equipo de tres restauradores más, todos ellos con titulación oficial y experiencia en trabajos de similares características, un equipo de laboratorio que ha llevado a cabo los análisis químicos, historiadores, documentalistas, fotógrafo especializado en fotografía de obras de arte, carpinteros-ebanistas…
El Patrimonio es un bien que nos ha llegado y que tenemos la obligación de legar para
generaciones futuras puedan seguir contemplándolo y disfrutándolo. La restauración es una
disciplina que mucho más allá de conseguir resultados estéticos, sino que conlleva un trabajo técnico que siempre tiene que realizarse por personal especializado y debidamente formado. Con el paso de los años la Restauración ha ido dejando de ser un oficio artesanal, para pasar a ser una disciplina científica. La investigación de nuevos materiales y procedimientos es continua, siempre buscando el máximo respeto a la obra original y minimizando la interacción entre nuevos productos y los propios con que la obra fue realizada. Esto supone que como profesionales tengamos la obligación de seguir formándonos permanentemente para estar siempre al corriente de las novedades que surgen en torno a nuestro sector.
La actuación en el Retablo Mayor de Fuentelencina ha sido integral. Son muchos los procesos que, aunque no son apreciables a simple vista, son imprescindibles
para asegurar la futura conservación del bien: Sentado de policromías y dorados, consolidación mecánica del soporte ya sea mediante inyección en zonas debilitadas como con reintegraciones matéricas que estabilicen y den solidez al conjunto, desinsectación…
Una vez que se llevaron a cabo los procesos anteriormente descritos y que consiguieron devolverla estabilidad y consistencia mecánica de soporte, preparaciones, policromías y dorados, se procedió a realizar un segundo bloque de tratamientos que persiguen devolver la instancia estética a la obra, para que pueda ser contemplada como original mente fue concebida.
La limpieza química de las policromías es uno de los procesos más comprometidos y
complicados en cualquier restauración, ya que es irreversible, en caso de ser excesiva se pueden producir perdidas de matices, veladuras o incluso material pictórico. Por otro lado una mala selección de disolventes puede interferir en los materiales originales variando su composición química, produciendo alteraciones que son imposibles de controlar. Todo esto hace que antes de comenzar a limpiar sea necesario un conocimiento profundo de los materiales utilizados en la obra; la realización de analíticas nos muestran tanto la composición de cada uno de ellos como su estado de conservación.
En el caso del Retablo de Fuentelencina, la limpieza ha sido muy compleja. Una vez obtenidos los datos de las analíticas procedimos a realizar un programa de test de solubilidad en diferentes zonas del retablo, teniendo en cuenta múltiples factores: Mínima penetración en el sustrato para asegurarnos de controlar en todo momento la actividad de los disolventes, reactividad de los mismos para eliminar los depósitos sin alterar la policromía original, mínima agresión al soporte pictórico… Nos encontramos con la dificultad de enfrentarnos a zonas completamente arrasadas junto a otras en las que la suciedad y los barnices oxidados se habían fijado con materiales utilizados en la anterior intervención. Finalmente se optó con una combinación de métodos físico-químicos, aplicación de mezcla disolvente y remoción de depósitos con bisturís, gomas de diferentes durezas…
Finalizada la limpieza se sellaron todas las fendas y grietas que presentaba el retablo, con un resina inerte y tixotrópica, que presenta unas características de dureza compatible con la madera y que no introduce tensiones que podrían alterar los materiales en un futuro. Las reintegraciones de volumen se han centrado en la recuperación de líneas arquitectónicas
que permiten una visión ordenada del conjunto, huyendo de reconstrucciones ideales y de
recomposición de faltas de las que no teníamos conocimiento objetivo de como eran en origen. Los materiales utilizados han variado dependiendo de las zonas, en aquellas en que las faltas eran totales se ha utilizado madera de dureza inferior a la del original para no introducir tensiones, en faltas parciales, para respetar al máximo el original, se han utilizado resinas modeladas y talladas in situ ajustándonos estrictamente al margen de las lagunas y sin montar nunca sobre superficie original.
Todas las lagunas de policromía y dorados que iban a ser reintegradas cromáticamente han sido estucadas con un aparejo tradicional que posteriormente se ha enrasado con bisturí y lijas finas. De esta forma conseguimos una superficie idónea para la reintegración. Con el objeto de que siempre sean identificables las faltas reintegradas, se han utilizado diferentes tramas; rigattino y tratteggio; para conseguir que a corta distancia un ojo experto, pueda diferenciar las áreas intervenidas de las originales. Para finalizar, se aplicó a toda la superficie del retablo una capa de protección final, con un barniz que además de ser estable frente a los cambios de temperatura y humedad, posee un filtro ultravioleta. Con este barnizado conseguimos que los materiales originales queden protegidos y aislados del polvo y otros agentes externos.
La Restauración del Retablo Mayor de Fuentelencina ha sido posible gracias al convenio firmado por el presidente de la Diputación de Guadalajara, José Luis Vega, y el obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara, Atilano Rodríguez, No podemos dejar de mencionar y dar las gracias a Miguel Angel Ortega, delegado de Patrimonio del Obispado por su continuo trabajo y dedicación a la salvaguardia del patrimonio de nuestra provincia y al apoyo directo y permanente que nos ha brindado. Y también a Santos López Tabernero, alcalde de Fuentelencina, por su constancia y entusiasmo.
(*) María Campoamor Martínez Doña y Cecilia Hernández de la Torre son restauradoras y Fundadoras de R. RESTAURACIÓN DE BIENES CULTURALES S.L. Licenciadas en Bellas Artes con especialidad de Restauración por la Universidad Complutense, Diplomadas por la ESCRBC, y Master en Restauración y Rehabilitación del Patrimonio por la Universidad de Alcalá, entre sus trabajos figuran la restauración integral de las Salas Capitular y de los Apóstoles del Monasterio de Santa María del Paular (Rascafría, Madrid), la restauración del Retablo Monumental de Ventura Rodríguez de la Iglesia de Rentería (Guipúzcoa), y los Retablos laterales con esculturas de Salzillo y Roque López de la Iglesia de San Miguel, en Murcia.
También han intervenido elementos singulares para el Consorcio de la Ciudad de Toledo, entre otros muchos proyectos, y colaboran con instituciones como el Museo Sorolla, para el que han llevado a cabo trabajos de conservación preventiva. Dentro del ámbito de la investigación ligada al Patrimonio han participado en la redacción de Planes Directores; como el de la Restauración del Convento de San Francisco de Guadalajara para el Ministerio de Cultura, el ante-proyecto para el Plan Director de la Cueva de los Casares y el poblado Hispano-Musulmán, entre otros.
Han restaurado también en el año 1999 el retablo de la Iglesia Parroquial de San Andrés Apostol de Albalate de Zorita. Siendo uno de sus primeros trabajos. Dos grandes profesionales. Mí más cordial enhorabuena, a María y Cecilia. Por supuesto al pueblo de Fuentelancina.
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Mil gracias!!!!!. Efectivamente, ese fue uno de nuestros primeros trabajos como empresa, concretamente el segundo. El primero la fuente de los trece caños de Albalate de Zorita también.
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