
Por Ana Belén Gutiérrez Puente
Algo de especial tiene el mes de noviembre en el año. Como si las hojas y los vientos y los Halloweens y unas precipitadas navidades lo invadieran todo a un cierto olor a castaña del pasado. Noviembre es como “sentirse en casa”, también como una película bien hecha. Es un mes de lluvias y sequias entremezcladas. La paz del mes venidero. Ese paso característico lento, las luces conectadas sin estar encendidas, arboles adornados a destiempo. Noviembre es el momento de transición hasta el final del año. Se precipita al igual que el esqueleto de los árboles y en toda una península puede ser verano o invierno al mismo tiempo.
El cine diferente y Guadalajara también han tenido su encuentro en un noviembre, lentamente reforzado por una docena de años que celebran esta unión. Como dijo Emily Dickinson: “Noviembre siempre me ha parecido ser la Noruega del año”. Y es que en la Alcarria las personas tardan más en salir a pasear por las calles en la mañana. El último fin de semana del mes tendremos la suerte de poder compartir el frio de la capital viendo cine. Con el apoyo del Ayuntamiento de Guadalajara, entre el 24 y 26, el Festival Cine Lento entregará el día 26 los premios en una Gala de clausura. Durante esos días, se podrá aprender en una escuela cinematográfica con secciones locales y oficiales.
Entre el Teatro Buero Vallejo, El Rincón Lento y la Biblioteca Pública se podrá disfrutar de tres días de largometrajes como: “Sonámbulos” (Arg.) o incluso de una sesión para toda la familia. Una tormenta de historias que se refugian para encontrar una comodidad al ser filmada. Y es que como “Nubes pasajeras” pasan las tardes que se han empeñado en acortarse en esta época.
La dimensión de un “pequeño” festival que ha ido evolucionando despacito para ser grande desde el principio. Un fruto de un espacio que con los años ha fomentado una forma “distinta” de vivir en la urbana rutina. Haciendo “collages” para “soplar la nube” para introducirnos en un otoñal invierno.
Porque las cosas hechas con cariño tienen sus frutos y esta manera de honrar a la trayectoria recorrida en más de una década, premia a todos los que participan, siendo el público el más responsable. Porque no puede existir un comercio justo sin una cultura justa.
Así que, si deseas pasar una tarde de compartires “lentos” la proyección de los largometrajes finalistas en su último día del Festival, vendrá acompañada de la proyección de los cortometrajes finalistas junto con la votación de los asistentes.
Una recomendación para no olvidar que Contrapicado Films y El Rincón Lento nunca ha cesado de impulsar a la motivación y a la creatividad para difundir con el viento las ideas. La vida lenta que entra por la puerta para quedarse, para recomendar que, en el mundo de las prisas, la “prisa mata”.
Una fiesta, una cierta promoción de la sabiduría convertida en la autonomía de una sociedad que necesita, más que nunca, ser crítica constructivamente.
Para atravesar tormentas, también sirve el Arte, que, con este ejemplo, puede ser sacado hacia delante sobre todo valorando las pequeñas cosas. Y es que al final detrás de cualquier tipo de evento siempre existe un apoyo de un equipo humano que en este caso, le da al ocio, una alternativa diferente para ser enriquecedor. Así, tomándonos el tiempo para ver la naturaleza caer. Así, para compartir entre todas las edades y para todos los gustos. Así llega a regalarnos sus mensajes. Y es que decía Terri Guillemets que la «calma de octubre es refrescante, la calma de noviembre OPRESORA» y para soltar todo lo que oprime, qué mejor que compartir la cultura en Festivales activos que no mueren.
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