
Los alcarreños Lorenzo Robisco (PP) y Reyes Estévez (PSOE) en el debate de ayer en las Cortes regionales // Foto: guadaque.com
Perdonen mi ignorancia, pero realmente no sé lo que ocurrió ayer por la mañana en las Cortes de Castilla-La Mancha. A muchos alcarreños, Toledo nos pilla mucho más lejos de lo que realmente está -geográfica y administrativamente hablando-, puesto que es sede del poder ejecutivo y legislativo de la región a la que pertenecemos. Pero habitualmente las noticias de sus palacios y conventos nos llegan tarde y mal. Pocos son las veces que los diputados por Guadalajara de los diferentes partidos políticos explican lo que han votado o han dejado de votar allí, aunque sean cosas que nos afecten tan directamente como en la sesión de ayer, en la que el Partido Popular presentó una Proposición No de Ley, pidiendo al Gobierno de Emiliano García Page que dote a los próximos Presupuestos de una partida suficiente para comenzar las obras del tan ansiado Campus Universitario.
En dicha PNL, el PP –por boca del diputado alcarreño Lorenzo Robisco– pedía que se cumplieran los «compromisos adquiridos» en el protocolo suscrito por la expresidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal el 30 de marzo de 2015 y se dotara una partida de 2 millones de euros para 2016 para adquirir los terrenos del colegio de Las Cristinas en los próximos Presupuestos Regionales, antes de que dicho acuerdo prescriba en dos meses.
¡Qué quieren que les diga, formulado así, a mí me parece bien! Había un principio de acuerdo ya firmado entre todas las partes involucradas para convertir ese colegio hoy abandonado y ubicado -también en mi opinión- en un magnífico lugar y propiedad del Estado (en este caso del Ministerio de Defensa) para alojar un Campus del que se lleva hablando desde 2007 -va a hacer casi ya una década-. El Ayuntamiento de la capital se comprometía a aportar unas parcelas urbanas por un valor aproximado de 7,5 millones de euros a cambio de la cesión del Ministerio, y la Junta de Castilla-La Mancha aportaría esos dos millones de euros para adquirir el suelo de la parcela. Con posterioridad, la Junta cedería el uso del suelo y las edificaciones construidas con cargo el presupuesto regional a la Universidad de Alcalá para que esta lo dotara de contenido académico.
Lo que hacía por tanto en este caso el Partido Popular y sus diputados guadalajareños es asegurarse de que la Junta cumpla su parte y que ese acuerdo se vea reflejado en los próximos Presupuestos Regionales en dinero contante y sonante -se habla de unos 15 millones más para comenzar con el proyecto en sí, una vez resuelto el «papeleo»-. Pues bien, lo asombroso -y que me gustaría que quien lo sepa lo explicara- es que la propuesta ha sido aprobada de chiripa, porque el Partido Socialista se ha abstenido y los dos diputados de Podemos -uno de ellos de Guadalajara- ni siquiera han acudido al Pleno.
¿Por qué se ha abstenido el PSOE? ¿No quiere que el Campus esté en Las Cristinas? Parece que sí porque un día antes era el propio presidente Page quien por fin anunciaba que apoya la ubicación, manteniendo el futuro Parque Científico y Tecnológico en el hoy inexistente Polígono Industrial de El Ruiseñor, e incluso anunciaba la implantación de dos nuevas ingenierías en él. ¿Por qué entonces la abstención del PSOE?, repito. Sigo sin entenderlo, ni tan siguiera escuchando la intervención de la Consejera de Educación, la también alcarreña Reyes Estévez, que se enzarzó en un debate consigo misma sobre las diferencias legales entre las figuras del Protocolo que firmó Cospedal y el ahora «contrato-programa» que traerá Page a Guadalajara debajo del brazo el próximo miércoles. Dijo Estévez que “es la diferencia entre una declaración de intenciones, publicada ya en prórroga de un mandato, y una fórmula jurídica sujeta a compromisos y rendición de cuentas y puesta en marcha al principio de una legislatura”. Y añado yo: «¿y no pueden ser ambas cosas compatibles, que una -el futuro contrato-programa- suponga la conclusión del Protocolo ya firmado? Como ciudadano que lo que quiere es que Guadalajara se convierta en una verdadera ciudad universitaria, entiendo que ambos no son caminos inconexos que acaben llevando al mismo sitio. Y si hubiera sido diputado del PSOE por nuestra provincia, por supuesto que no me habría abstenido y habría votado que sí.
Otra cosa muy diferente es que PP y PSOE aprovechen cualquier escenario para tirarse los proyectos a la cabeza, y uno tan gordo como el campus hace mucho daño. Ya hizo memoria ayer mi compañero Borja Montero sobre los antecedentes de esta eterna promesa todavía por cumplir. Eso es realmente lo que impide apoyar al PSOE una propuesta del PP y viceversa. Por no hablar de la «ausencia» de los dos diputados de Podemos, a los que les quemaría la mano si votaran algo junto a los populares. El papelón de nuestro dipuatdo David Llorente, simplemente sin comentarios.

El Alcalde de Guadalajara y el Presidente de Castilla-La Mancha, el pasado mes de septiembre. // Foto: GuadalajaraDiario.es
A mi entender, la apertura del Campus Universitario, junto a la de la ampliación de las obras del Hospital -también universitario- son los dos grandes retos que tiene esta ciudad y esta provincia en lo que a materia de infraestructuras y servicios para esta legislatura se refiere, y su consecución debe ser una tarea común que esté por encima de las rencillas y los «y tú más» de nuestros representantes. Seguro que ya tendrán otras ocasiones y motivos para pelearse.
Me gustaría que el miércoles 3, con el presidente Page, no sólo estuvieran el Rector de la Universidad y el Alcalde de Guadalajara -eso lo doy por descontado- sino los diputados de PP, PSOE y Podemos por la provincia, escenificando así ante la sociedad alcarreña que esta vez va en serio, que no se trata de una nueva maqueta, de un proyecto virtual o de papel mojado.
Y, por supuesto, después de las palabras, las fotos y los discursos, pasar a los hechos. Como quedó aprobado ayer por las Cortes, en los Presupuestos de 2016 y en los venideros, el Gobierno de Castilla-La Mancha debe asegurar la inversión y, si puede ser, este mismo Presidente -o, como mucho, el que o la que venga detrás- que cante el «Gaudeamus igitur» en la ceremonia de graduación de los primeros universitarios salidos de las aulas del nuevo Campus de Guadalajara.