Villaflores se derrumba

2016.02.19

Imagen del edificio después y antes del derrumbe // Fotos: A.M. Trallero y R.M. (CulturaenGuada)

Por Álvaro Nuño.

La impactante fotografía que mostramos encabezando este texto ha volado y se ha extendido por todas las redes sociales. A comienzos de esta semana, el caserío principal del poblado de Villaflores amanecía sin la característica espadaña de piedra y ladrillo que lo coronaba. Quizás este fuera el elemento más visible de esta ruina patrimonial de Guadalajara, a la vez tan querida y tan abandonada por todos. Quizás sea este el motivo por el que a tantos nos ha dolido ver como uno de los edificios más característicos de la ciudad daba con sus piedras en el suelo. Hacía  décadas que su reloj se paró -incluso en los últimos años ya le había desaparecido la esfera que marcaba las horas- y que la campana no sonaba ni al albur del viento, un viento que ha soplado frío y fuerte esta semana y que, quizás, ha sido una de las causas que ha desencadenado el fatal derrumbe.

Villaflores es uno de esos lugares que tienen magia y que dan personalidad a una ciudad; uno de esos sitios por lo que pasa mucha gente pero en los que nunca pasa nada, que permanecen inmutables víctimas del tiempo. Un poblado abandonado, no excesivamente monumental pero sí con cierto aire señorial, sorprendente en medio del campo. ¿Quién no ha subido alguna vez a Villaflores (mucha gente lo llama «Miraflores») a pasar el día en familia, paseando por la Galiana, surcando con la bicicleta los serpenteantes caminos salpicados de encinas?  Pese a que las barbacoas de obra se desmontaron hace también años para impedir hacer fuego, la gente sigue subiendo con la tartera a merendar, a hacer unas prácticas de conducción con los más noveles o a disfrutar con los niños de esos columpios tan oxidados y abandonados como el propio poblado. Tampoco han sido pocos los besos y escarceos de parejas en busca de intimidad e, incluso, los más mayores del lugar cuentan como a comienzos de los setenta, fue  lugar de reunión para los opositores al franquismo que después protagonizarían parte de la transición en Guadalajara.

Y, sin duda, otra de las experiencias de los visitantes era comprobar cómo, año tras año, los edificios del poblado iban presentando un mayor nivel de deterioro y sufrían el vandalismo inmisericorde de aquellos que sabían que actuaban sin peligro de ser reprendidos. Por eso, aunque con mucha pena, a nadie extraña que uno de los elementos más característicos de Villaflores -justo encima de la grabación en piedra del nombre del poblado- se haya venido abajo, escudo de la ciudad incluido, llevándose de paso buena parte del tejado del edificio. Algún año le tenía que tocar.

De poco ha servido que la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha declarara el conjunto como Bien de Interés Cultural (BIC) en abril de 2015, otorgando el máximo grado de protección a los inmuebles mandados construir en 1887 por la Condesa de la Vega del Pozo como colonia agrícola y atribuidos a su arquitecto de cabecera, Ricardo Velázquez Bosco. Por lo que se ve, la declaración sólo ha llegado a los papeles y no ha garantizado la protección que se supone que otorga. Esta figura legal obliga a los propietarios de los inmuebles a conservarlos y mantenerlos, pero en este caso, parece que no ha sido suficiente.

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Imagen de archivo de la espadaña derruida. // Foto: Hispania Nostra

La propiedad de estos edificios -y por tanto los responsables de su cuidado- es otra de las nebulosas que pululan por la ciudad. Resulta que la mayoría es propiedad municipal -lo que a mi entender agrava más todavía su lamentable situación de abandono- El Ayuntamiento es propietario de 46.000 metros cuadrados, que incluyen las viviendas, la ermita, el palomar, el molino y las naves; pero el edificio principal del poblado, el caserío víctima de este último derrumbe, es propiedad de una conocida promotora local que tiene la titularidad de los otros 26.000.

De hecho, en declaraciones realizadas a Ser Guadalajara, el arquitecto Javier Solano, -de cuya sensibilidad con el patrimonio y la historia de la ciudad yo al menos no dudo hasta el momento- ha afirmado que desde que se declaró BIC se han llevado a cabo «labores de mantenimiento regularmente. Se iba al edificio y se veía si había posibilidad de derrumbe» y que nadie podía prever lo ocurrido «porque no había ningún tipo de grieta o de fisura». También afirma la propiedad que reconstruirán esta espadaña: «Qué duda cabe que eso se va a recuperar», en palabras de Solano. Es de elogiar por infrecuentes este tipo de explicaciones públicas y la asunción de responsabilidades.

También el Ayuntamiento de Guadalajara, a través del concejal responsable del poblado, Ángel García, ha afirmado igualmente que se habían realizado desde septiembre pequeñas actuaciones, como tapiar las ventanas para intentar detener el deterioro y los actos vandálicos, además de por razones de seguridad. Pero lo sorprendente es que, coincidiendo con este derrumbe, sea ahora cuando el Ayuntamiento anuncia la redacción de un plan especial para todo el conjunto al que le obliga la ley desde abril de 2015. Hay que recordar en este sentido, que el actual alcalde, Antonio Román, prometió en su vigente programa electoral la convocatoria de un concurso de ideas para buscar un uso a Villaflores que conlleve su rehabilitación como complejo turístico, hotelero o de ocio. Para ello, el Ayuntamiento cuenta con los 3,7 millones de euros del aval que ejecutó a la promotora Reyal-Urbis por no desarrollar ese sector como agente urbanizador. Nada se ha sabido de él hasta el momento.

Sin duda, encontrar un uso a estas edificaciones sería la única garantía de su rehabilitación pero, lamentablemente no es la primera vez que se intenta. Ya desde el propio Ayuntamiento, el socialista Jesús Alique, prometió convertirlo en un Museo Etnográfico, recuperando así su primigenia función agrícola. También se habló de rehabilitarlo como centro de ocio y cultura e, incluso, ha habido alguna iniciativa privada que se propuso construir un hotel de nueva planta justo al lado del caserío, que serviría como edificio auxiliar para acoger celebraciones, bodas y convenciones. Lamentablemente, con la crisis, todos estos proyectos -públicos y privados- quedaron en papel mojado.

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Aspecto del interior del caserío // Foto: Manuel Granado (Facebook)

Por último, la Junta de Comunidades es el organismo encargado de velar porque los propietarios de este conjunto histórico lo mantengan y eviten sucesos como el ocurrido esta semana. En este sentido, los técnicos regionales ya habían realizado al menos sendos informes en 2012 y 2014 en los que denunciaban el mal estado de conservación de los edificios, observando «un considerable avance en el deterioro del conjunto de inmuebles, no sólo es debido a causas naturales sino a una inusitada vandalización e incluso el hurto de varios elementos estructurales”. En declaraciones a CulturaenGuada, la directora provincial de Cultura, Rocío López, recuerda que ya se abrió un expediente por esta lamentable situación, pero acusa al Ayuntamiento de dejadez, al ser la administración que tiene que tomar las medidas necesarias, tanto como titular de la propiedad, como por ser la administración que posee el aval con el que actuar en el poblado.

En cualquier caso, estamos ante otro ejemplo de «entre todos lo matamos y él solito se murió». Esperemos que el reloj de Villaflores vuelva a marcar la hora de su propio futuro, y que nosotros lo veamos y lo disfrutemos.

 

3 comentarios en “Villaflores se derrumba

  1. Concha: Se te ha olvidado mencionar el trabajo realizado por Maxi, anterior concejal de IU, que denunció en 2010 el incumplimiento de los plazos de rehabilitación por parte de la promotora sin q el gobierno de Román se diera por aludido, ante la indiferencia general. Este trabajo fue lo que provocó la ejecución del aval ¡en 2013!

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  2. Estupendo artículo.
    Como con tantos otros inmuebles singulares del Casco Histórico, parece que lo que más «les» conviene (que cada uno piense en el sujeto que quiera) es que se declare el derribo, limpiar los solares y a especular con los terrenos.
    Os invito a ver estas fotos que hice hace tres años en Villaflores: desde entonces, la cosa ha ido cada vez peor http://isracalzadolopez.com/fotos/porfolios/villaflores/

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