El pisito del duque y los tragaldabas

Infantado. IGE

Plano de planta del Palacio del Palacio del Infantado en 1878, año en el que el Ayuntamiento de Guadalajara compró a Manuel Téllez Girón y Beaufort la tercera parte del edificio. // Documento:  Instituto Geográfico y Estadístico.

Por Jorge Riendas*

No creo que vaya a ser yo un visionario si afirmo con rotundidad que Guadalajara y su gente están muy unidos al pasotismo, pero sí creo que es hora de empezar a poner en valor que cada vez lo somos menos, y cada vez nos gusta menos comulgar con ruedas de molino.

Si la energía nuclear no tenía buena prensa, alguien decidió que instalar dos reactores en Guadalajara no sería un problema, y así lo fue durante bastantes años, llegando a tener la primera y la última de las centrales que se construyeron en España.

Si hacemos un reparto de autonomías auspiciado por esos territorios que se consideran históricos en sí mismos, a Guadalajara se le coloca a última hora donde haya hueco y menos moleste, porque no dirán nada, que así son las castellanas y castellanos de esta provincia.

Si el agua también podía producir energía, se llenó la provincia de embalses y centrales hidráulicas, y cuando escasea el agua, se acuerda el trasvase Tajo-Segura. Los de Guadalajara no se quejan y son muy solidarios, pues ya llevan años desembalsando buena parte del agua que se bebe en Madrid.

Si la atención sanitaria es un problema, mandamos a las personas que viven en Guadalajara a Madrid, que no se quejan. Y si Madrid también se satura (o se encarece para el SESCAM), los mandamos para Toledo, Cuenca, Albacete o Ciudad Real, que a los de Guadalajara les da igual.

Así llevamos muchos años, demasiados diría yo, tantos que esto empieza a formar parte de la idiosincrasia de los que habitamos estas tierras, pero no de la forma que sería más lógica y común, no, más bien todo lo contrario.

Lo que alguno podría tildar de solidaridad y ejemplo de coexistencia en este país que aspira a volver a tiempos de conquistas y reconquistas, con reinos de taifas, califas, emires y reyes todopoderosos, más bien se ha vuelto en contra de la ciudadanía de a pie.

A los políticos que nos han ido representando durante estos últimos años, es evidente que no les ha preocupado lo más mínimo esa generosidad manifiesta que ha venido ofreciendo nuestra provincia. No han sido capaces de hacer valer que Guadalajara era tierra solidaria, tierra de generosos y amables vecinos, sino que más bien se han preocupado de lo contrario, de utilizarlo para denostar al pueblo que los ha elegido, tachándolos de meros pasotas, de tragaldabas, de pobrecicos que no se enteran y tragan con todo…

Y así seguimos hoy en día. Durante estos últimos meses que he tenido la oportunidad de trabajar codo con codo con las personas que estamos involucradas en la Plataforma Abraza el Infantado, hemos mantenido reuniones con administraciones de toda índole, hemos debatido y convencido a muchos de esos escépticos que creían que una sentencia era dogma de Dios, hemos visto cómo muchas de las ciudadanas y ciudadanos de Guadalajara se indignan cuando se les pisotea, se rebelan cuando se les ningunea, y se organizan cuando se les pretende tildar de pasotas y tragaldabas.

Dentro de la Plataforma Abraza el Infantado he conocido a mucha gente de Guadalajara que está harta de que se le humille, de que se les exponga como excusa que a la ciudadanía no le interesa si el duque vive o no en el Palacio. Se ha escuchado a algún representante público decir que el interés de la Plataforma era político, o más bien, partidista, que lo único que se pretendía era ir en contra de unos u otros partidos. ¿Acaso hay algún representante público o incluso algún partido político que esté a favor de hacer una vivienda al duque en el Infantado? Porque sinceramente, yo no he oído a ninguno decirlo. Y es más, no creo que ninguno sea capaz de decirlo ni justificarlo (y no me vale la excusa de una sentencia que no puede materializarse, como han dejado bien claro los técnicos del Ayuntamiento).

Creo que muchas de las vecinas y vecinos de Guadalajara empiezan a estar hartas de tanto ninguneo, de que apenas nadie recuerde las últimas inversiones relevantes que se han hecho en la provincia, de que unos pocos siempre esgriman la excusa del pasotismo y dejadez de la ciudadanía para hacer lo que quieren sin consultar ni dar participación a los que se deben, sin siquiera conocer o pulsar la opinión de lo que algunos llaman pueblo.

La Plataforma Abraza el Infantado me ha abierto esos ojos que muchas veces se cierran de forzar tanto la vista para buscar algo bueno, y me ha hecho conocer a un buen puñado de gente capaz de decir hasta aquí hemos llegado, basta ya de reírse de la gente, basta ya de engañar a la ciudadanía con excusas de sentencias que no son tales, basta ya de esgrimir que el pasotismo de esta provincia justifica las decisiones erróneas o no, de unos pocos.

Una de las primeras conclusiones que pude sacar de la información y documentación que hemos trabajado dentro de la Plataforma, fue demoledora: si hay algo que verdaderamente identifique a este colectivo es su nombre, porque nunca antes nadie se había preocupado de abrazar este Palacio, de preguntar por él y cuidarlo. Así se concluye del hecho de que su última inscripción en el Registro sea de 1878; así lo certifica el hecho de que no se recurriera la sentencia que dirimió el proceso en el que el duque pedía la reversión de la titularidad a su nombre de lo que él consideraba como su mitad de Palacio; así lo demuestra la falta de inversiones para dotar al Palacio de contenido, siendo únicamente las inversiones realizadas puramente de mantenimiento y conservación de la envolvente del Palacio; así lo pone de manifiesto el hecho de que apenas se haya velado por su entorno y señalización, siendo aún hoy un gran desconocido para la mayor parte de la ciudadanía el Museo de Guadalajara; así nos lo recuerdan sus jardines cada vez que alguien se da el capricho de pasearlos y recorrerlos, estando en un estado nada apropiado para un Palacio que se pretende que sea reconocido Patrimonio de la Humanidad; así lo atestigua incluso el número de participantes de las actividades, jornadas y conferencias que organiza el Museo, etc. Demasiados hechos que son irrefutables.

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Escritura correspondiente con la última inscripción en el Registro de la Propiedad número 3 de Guadalajara, firmada por el último Duque de Osuna e Infantado que murió sin descendencia. // Documento: Archivo Histórico.

Si alguno ha llegado hasta estas líneas, y se pregunta qué tiene que ver todo esto con el “pisito del duque”, simplemente debe reflexionar si no es hora ya de dejarse de excusas y empezar a ver esta tierra con otros ojos. La posibilidad de que una persona particular habite en el Palacio del Infantado está terminantemente prohibida por el planeamiento de Guadalajara, es materialmente imposible. No hay más que hablar. Y que nadie se eche las manos a la cabeza, la sentencia tendrá que cumplirse, pero ya se encargará de decir la judicatura cómo, no será primera ni la última vez (esto ya está inventado en el ordenamiento jurídico). Por suerte para esta ciudad, e incluso para esta provincia, dentro del suelo en el que se encuentra el Palacio está prohibido el uso de vivienda particular.

Ahora toca la hora del Museo de Guadalajara, exijamos a nuestros representantes políticos que se dejen de luchas partidistas y traigan de una vez por todas para esta provincia esa inversión que necesita el Museo para convertir el Palacio del Infantado en el mejor Museo de España.

Y después, abracemos el resto de patrimonio que tanto cariño demanda: el malquerido Alcázar, el tabicado Ateneo, la lánguida cárcel de mujeres, el futurible gran fuerte de San Francisco, el fallecido Centro Cívico junto a las ruinas de San Gil, el infravalorado Mercado de Abastos, el lejano poblado de Villaflores al que aún no se le ha previsto si quiera un uso futuro, la tenebrosa fábrica Hispano-Suiza, el propio Convento de El Carmen recientemente clausurado, la antigua cárcel de la calle Virgen del Amparo abandonada hace ya lustros, el tantas veces cuestionado palacio de los Vizcondes de Palazuelos cuyas ventanas se abren más que se cierran a la intemperie, el viejo edificio del Parque Móvil Municipal que rezuma tiempos mejores, e incluso la todavía parte natural de la ribera del Henares y su arrinconado puente árabe que siguen de espaldas a esa ciudad que surgió precisamente gracias a ellos.

_PR_9968*Jorge Riendas Gabriel es arquitecto técnico. Durante su etapa como Presidente del Colegio de Aparejadores de Guadalajara organizó 5 Mesas Redondas sobre la Estrategia de dinamización del Casco Histórico, sobre el Patrimonio Histórico-Artístico, sobre la Dinamización Cultural y Social del Casco Histórico, sobre Accesibilidad y Movilidad en el Centro de Guadalajara y una final de corte político en la que participaron representantes públicos.

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