Lavanda, esplendor en la Alcarria.

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El aceite esencial de lavandina no tiene propiedades medicinales pero su aroma está presente en todo tipo de productos industriales de gran consumo. Foto: Alcarria Flora.

Por Gloria Magro. 

Más arriba de Almadrones, en una finca de ocho hectáreas que mira al monte San Cristóbal, en lo que ya es Parque Natural del Barranco Del Río Dulce, el zumbido de cientos de abejas laboriosas sobre el espliego pone banda sonora a una somnolienta tarde de finales de julio. Las plantas, perfectamente alineadas y de un color lavanda intenso, desprenden un aroma inconfundible a aceites esenciales, un manto impecable a la altura de cualquier fotografía de la Provenza francesa o la Toscana italiana. Y sin embargo esta finca está en Algora, al abrigo de miradas indiscretas pero también fuera de la última ruta que está poniendo a Guadalajara en el mapa turístico internacional, la de la lavanda. Podría decirse que de la gestión de este recién descubierto recurso depende el despegue económico de una amplia comarca de la provincia. La Alcarria será lavanda o no será. 

Lo que a ojos profanos es y ha sido toda la vida espliego, una planta silvestre que asociamos con las alcarrias pedregosas, es en realidad lavandina de la variedad abrial, un híbrido entre espliego y lavanda de origen francés que se utiliza para aromatizar productos higiénicos y cuya demanda mundial creciente garantiza una rentabilidad cinco veces por encima del cereal de secano que se cultiva de forma extensiva en Guadalajara. En dos o tres semanas, una vez cosechada, esta finca de Algora producirá una tonelada de aceite esencial cien por cien puro, unos mil quinientos euros netos para su productor, una vez descontados los costes (plantas, siega, destilado, etc.). A renta se está pagando ya hasta doscientos euros por hectárea, frente a los sesenta del cereal de secano, un auténtico canto de sirena que atrae a muchos agricultores e inversores.

Más allá de lo rentable que resulte su cultivo, el valor paisajístico y cultural asociado a los distintos tipos de lavanda se puede convertir en el motor turístico y económico de una amplia comarca de Guadalajara, la que va, por centrarla en un mapa ficticio, desde Torija a Alcolea del Pinar y de Villanueva de Argecilla a Molina de Aragón, lo que se conoce genéricamente como Alcarria. Tanto la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, como la Diputación Provincial así lo han entendido y además del apoyo explícito a las actividades que se vienen realizando estos días en torno a sus campos, paralelamente organizan cursos formativos e informativos para los profesionales del sector al objeto de ampliar los cultivos de aromáticas en Guadalajara. El último, de la Institución Provincial, tuvo lugar a principios de mes en el castillo de Torija. La Delegación de Agricultura, por su parte, ha pasado de programar un curso el año pasado en Brihuega, a convocarlos este año también en Molina de Aragón y Cifuentes, además de ofrecer unas jornadas más amplias el próximo mes de septiembre en el Centro de Investigación Apícola de Marchamalo.

La lavanda está de moda y la iniciativa de este boom es de Brihuega, que ya está recogiendo los réditos económicos y turísticos de convertir sus fragantes campos en el centro de un amplio proyecto cultural y económico, pese a que su término municipal no es el que alberga más hectáreas de este cultivo. Así, desde hace varios años, llegados al mes de junio y durante la mayor parte del verano, los campos de lavanda del municipio briocense son una presencia constante en los medios de comunicación nacionales e internacionales. Desde las páginas de las más prestigiosas publicaciones de viajes y de estilo de vida, al catálogo de los tour operadores alemanes y japoneses, pasando por las más importantes publicaciones internacionales, las actividades organizadas en Brihuega durante junio y julio son un reclamo turístico de primer orden. Nunca una campaña de marketing tuvo tanto éxito y tanta repercusión en tan poco tiempo.

En apenas tres ediciones, el Festival de esta localidad alcarreña ha resultado un fenómeno digno de estudio en las escuelas de negocios, para satisfacción de la empresa privada, Intercova Aromáticas, que gestiona la celebración de los famosos conciertos al atardecer en los campos florecientes, y también del ayuntamiento briocense, que ofrece el resto de actividades culturales, formativas y lúdicas en torno a los campos de lavanda, lavandina y espliego. El Festival de la Lavanda ha atraído un nuevo turismo de calidad que busca y aprecia experiencias nuevas y que está dispuesto a pagar por ellas. Cantantes de renombre, cocineros famosos y un pueblo volcado en un proyecto ilusionante han sido determinantes, así como una fuerte inversión publicitaria para ponerlo en marcha.

Aunque de momento es pronto para dar cifras, Luis Viejo, alcalde de Brihuega, ya adelanta que, “la valoración (de esta edición) es muy buena, no solo para Brihuega, sino también para toda la comarca y la provincia”. Y a falta de hacer números, la realidad es que nunca esta localidad tuvo tantos visitantes ni tanta presencia en ese fenómeno ahora imprescindible que son las redes sociales. Y la economía local vive un renovado resurgir, con nuevos comercios y restaurantes.

Este pasado fin de semana, la Fundación Nipace también organizó un concierto en los campos de lavanda de Almadrones, en su caso con fines solidario. La presencia de Mocedades y del cantautor local Javier Matía, acompañada de una variada oferta gastronómica y fiesta posterior,  resultó un éxito de público, como era de esperar. De hecho, el presidente de Nipace, Ramón Rebollo, ya está trabajando en la edición del próximo verano, barajando artistas de primer nivel y buscando una nueva ubicación: otros campos de lavanda que den a conocer otras localidades y contribuyan a extender la proyección turística de este fenómeno.

Ahora queda ver cual es el futuro de todo este fenómeno, que de momento queda circunscrito al verano y a un pueblo en concreto. Los campos de lavanda por sí solos no garantizan el afianzamiento de Brihuega y por extension de la Alcarria como destino turístico consolidado. El aumento exponencial de visitantes tiene que llevar aparejado un aumento de los servicios, por un lado, y de otro, de un proyecto de continuidad el resto del año. Luis Viejo cree que se necesita más oferta hotelera para cubrir la demanda. De hecho, la oferta de camas más abundante y preparada se encuentra en Sigüenza, destino turístico y culinario plenamente consolidado, a 45 kilómetros de Brihuega. En Alocén, a 33 kilómetros, la casa rural Place Du Port, que ha aparecido en medios tan relevantes como Condé Nast Traveller, también confirma la repercusión  y el aumento de interés que suscita ahora la zona. La oferta gastronómica es otro de los pilares en los que sustentar la afluencia de visitantes tanto en verano como el resto del año, así como las iniciativas culturales que aumenten los puntos de interés. En este sentido, el edil briocense afirma que “hay un proyecto detrás que va ligado a la conservación del patrimonio, es una apuesta para ponerlo a disposición del público”, en referencia a la rehabilitación de la Real Fábrica de Paños y sus jardines, un enclave único con muchas posibilidades turísticas y culturales, que tras ser adquirido por el municipio está en trámite de ser cedido a la Junta de Comunidades para su conversión en Hospedería.

El turismo de calidad y alto nivel adquisitivo que de momento está apostando por los campos de lavanda de la Alcarria está por definición reñido con la masificación. Afortunadamente, los cultivos de estas aromáticas se extienden por amplias zonas de Almadrones, Mirabueno, Cogollor, Algora, etc. Si los distintos ayuntamientos y empresas destiladoras de esencias involucradas -e interesadas en el potencial económico y turístico de esta actividad-  se coordinaran, la ruta de la lavanda podría absorber el creciente número de visitantes, evitando grandes concentraciones, y diversificando la oferta. El futuro de la lavanda como motor económico pasa, sin lugar a dudas, por un aumento de los servicios ofrecidos, así como por elaborar un proyecto integrador de los distintos ayuntamientos implicados.

Brihuega puede seguir tirando del carro, como se suele decir, pero no debe morir de éxito sino liderar la comarca y contribuir a expandir la marca que ha creado y que tan bién está funcionando, por los campos de las localidades por donde se extienden los cultivos de lavanda, lavandín y espliego, esos campos mecidos suavemente al atardecer un día cualquiera de finales del mes de julio, a la espera de la siega.

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Cremas con lavanda en un almcén Marshalls, Boston, hace unos días. Foto: G.M.

Un cultivo endémico pero importado.

Los envases de jabones, geles y cremas con el reclamo de la lavanda como ingrediente estrella, se alineaban hace unos días bien visibles en unos grandes almacenes de Boston, Massachusetts. El origen francés o italiano de la esencia también se resaltaba en las bonitas etiquetas azuladas y sin embargo, para desconocimiento de los compradores, es muy probable que esa esencia fuera en su día comercializada desde alguna de las empresas destiladoras de Guadalajara. Una de ellas, Alcarria Flora, en Cogollor, acapara a día de hoy el diez por ciento del comercio mundial de esencias aromáticas.

Desde este pequeño pueblo de la Alcarria parten semanalmente los bidones de aceites esenciales que luego se utilizan en empresas químicas de todo el mundo para aromatizar todo tipo de productos higiénicos y del hogar. Y no solo eso, la perfumería de lujo, las grandes marcas, también se surten aquí. De Cogollor a Grassi, la icónica localidad de la Provenza que está tan asociado a nombres como Dior, Channel, Hermés o Guerlaine, donde se producen los perfumes más exquisitos. Los hermanos De Lope tienen línea directa con los principales grupos de lujo franceses, así como con los gigantes del sector de productos de consumo para el hogar.

Y en el inicio de todo, cuenta Juan José De Lope, mientras visitamos una extensa finca en los altos de Muduex, Alvaro Mayoral, un profesor de Barriopedro que en los años 1970 durante el verano trabajaba de temporero en Francia. Allí vió el potencial del cultivo de la lavanda y la facilidad de su adaptación a las alcarrias de Guadalajara, donde ya crecían de forma silvestre los espliegos. De hecho, según recuerdan en pueblos como Jadraque, el destilado casero de espliego completaba muchas economías familiares en la posguerra.

El padre de los De Lope, José, entonces un pequeño agricultor de Cogollor, fue el primero en apostar por las lavandas, importando de la mano de Mayoral las primeras plantas de híbrido en unos tiempos donde no había ni interés ni medios para trabajar con aromáticas. Con pocos apoyos, y superando todo tipo de circunstancias a lo largo de los años, los De Lope, al igual que otros emprendedores de este sector, consiguieron que la lavanda acabara tiñendo de color las alcarrias de Guadalajara, convirtiendo en una industria de futuro lo que era una humilde planta endémica. Aún hoy, cuando su principal negocio es el comercio de esencias desde una de sus empresas, Alcarria Flora, los De Lope siguen promoviendo y divulgando el cultivo de los distintos tipos de lavanda, dirigiéndose especialmente a jóvenes agricultores de la comarca. La inversión inicial es cuantiosa, explica Juanjo De Lope, “unos setenta y cinco mil euros por una media de treinta hectáreas de plantación, pero la productividad y la estabilidad del mercado está prácticamente garantizada”. Y la charla se prolonga, interminable, en mitad del monte. Los planes de este entusiasta de la comarca de la Alcarria, por encima de Torija, abarcan otros muchos proyectos relacionados con los campos azulados, con la imagen de referencia puesta en Francia y su prestigio. “Aromas, olores y sabores -apunta- la miel, la lavanda y la trufa” y desgrana su próximo objetivo, que a corto plazo a buen seguro será una realidad, una fuente de desarrollo más para estos pueblos.

 

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