Por Borja Montero
No todos los días son iguales en la oficina. Hay algunas fechas que están marcadas en el calendario como ocasiones especiales, jornadas en las que la actividad se sale un poco de lo habitual. En el caso de los representantes políticos, que debido a su particular actividad laboral nunca tienen un día rutinario, hay fechas que también tienen un mayor peso que otras, con reuniones de mayor calado, puesta en marcha de nuevos proyectos, inauguraciones o actos más mediáticos o multitudinarios. Estos días hemos tenido el anuncio de uno de estos días para resaltar en rojo o con rotulador fluorescente en el calendario: el 6 de febrero. O quizás sea solamente un día más en un largo, largo proceso. El tiempo lo dirá.
El anuncio fue realizado por el presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, a través de sus perfiles sociales. Ese día, el 6 de febrero, que a priori se presentaba como un miércoles cualquiera, quería vestirse de jornada trascendental para la ciudad de Guadalajara y sus vecinos. Y es que en esa jornada, en la que no se esperaba más noticia que una nueva temperatura mínima en Molina de Aragón o en Cantalojas, uno de los proyectos con más historia de la actualidad guadalajareña, el del Campus Universitario de la capital, va a vivir un nuevo capítulo, diríase el más importante hasta el momento. Según la confirmación del presidente regional, será en ese anodino día laborable de mitad del invierno en el que él mismo, el alcalde de Guadalajara, Antonio Román, y la ministra de Defensa, Margarita Robles, rubriquen el convenio de transmisión del Colegio Las Cristinas a la Junta y el Ayuntamiento para que puedan dar comienzo los trámites administrativos y burocráticos encaminados a que salga a concurso la obra y, posteriormente, se realice la misma. Vamos, que ese miércoles tampoco va a suceder nada tangible para el ciudadano.
A pesar de que, después de más de una década desde que se oyera hablar por primera vez del Campus de Guadalajara, uno podría esperar que los avances fueran otros, alguno que tuviera que ver con las titulaciones o los alumnos o, al menos, con la finalización de las obras, nos tenemos que alegrar de que damos un nuevo paso que, por muy grande que parezca, tanto como lo han parecido todos los anteriores, nos deja aún bastante cerca de la casilla de salida en lo que a materialización del proyecto se refiere. El convenio que se firmará en un plazo de menos de dos semanas supondrá la adquisición de los terrenos que se pretenden convertir en Campus, el colegio Las Cristinas, actualmente sin uso y tasado en casi diez millones de euros, de los que la Junta pagará a tocateja 2 y el Ayuntamiento cederá al Ministerio terrenos en la ciudad por valor de los 7,9 restantes. Probablemente la única garantía que da a los ciudadanos la firma de este nuevo acuerdo, más allá del resto de compromisos que pueda incluir el articulado completo del mismo, sea precisamente la titularidad compartida de la propiedad del edificio. Y es que ¿para qué van a querer la Junta y el Ayuntamiento un inmueble compartido si no es para llevar a cabo algún proyecto constructivo en él, preferentemente un Campus, que es para la que se ha comprado?
Después de la nueva firma quedarán aún cincuenta millones de euros por convertir en ladrillo y cemento, lo que se prevé para varias anualidades en el presupuesto regional, además de los trámites administrativos de concursos, adjudicaciones, redacción del proyecto y certificaciones técnicas antes de que pueda moverse una sola piedra en la parcela objeto del convenio, por lo que probablemente estaremos bien metidos en la decada de los 2020 para cuando el primer profesor pueda enunciar aquello de «decíamos ayer» en alguna de las nuevas aulas.
Es de esperar que está vez ya sea la definitiva, después de otras decenas de acuerdos y trámites hasta ahora infructuosos y de negociaciones en las que el principal paganini, la Junta, casi siempre ha llevado las de perder frente al resto de actores implicados. Empiecen a preparar el material escolar, que en un lustro a lo mejor tenemos ya un Campus en el que cabe media Guadalajara.