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El Alcázar Real de Guadalajara visto desde el barranco del Alamín. // Foto: wikipedia.org

Por Álvaro Nuño.

Hasta la semana pasada parecía un edificio completamente abandonado, no sólo físicamente, algo evidente para quien se pase a ver sus muros derruidos tanto delanteros como traseros, o se asome a las rejas cerradas desde hace casi una década, sino también parecía que prácticamente desaparecido de la memoria de la ciudad y de sus representantes. La verdad sea dicha es que si a la mayoría de las personas se les pregunta por el castillo de Guadalajara, no sabría siquiera dónde ubicarlo o contestaría simplemente que aquí no hay ningún castillo. Para estas últimas generaciones, el Alcázar no ha pasado de ser el nombre de unos viejos y agrietados muros que esconden una colección de piedras de no sabemos exactamente qué valor histórico.

El caso es que en estas últimas semanas se han precipitado una serie de acontecimientos que han girado sobre esta antigua fortaleza de Guadalajara y que reavivan la esperanza de poder redescubrir algún día este monumento y recuperarlo para el patrimonio común de una ciudad que no puede alardear precisamente de andar sobrada de inmuebles históricos conservados y valorados.

Hace apenas tres semanas, el pasado 22 de febrero, la Asociación «Hispania Nostra», entidad que reúne a asociaciones y gestores culturales que luchan por la defensa del patrimonio histórico-artístico del país, alertaba del ruinoso estado del Alcázar Real de Guadalajara incluyéndolo en su fatídica lista roja. No hacía más que corroborar su abandono y la falta de atención del Ayuntamiento -titular del «edificio»-. Ni el Partido Popular, responsable de la gestión en esta última década, ni Ciudadanos, su muleta en estos últimos cuatro años y que entre las condiciones que puso para darle su apoyo estaba concretamente un plan para rehabilitar el Alcázar, parecían hasta ese momento haber movido un solo dedo al respecto.

Ese absoluto desinterés lo corroboró cinco días más tarde el alcalde en persona, al confesar que el proyecto de presupuestos del Ayuntamiento para 2019 no llevaba un solo euro previsto para ese pactado plan de rehabilitación. Eso sí, Antonio Román reconocía que en estos años se han guardado 750.000 euros para el edificio y no se ha gastado «prácticamente nada», una confesión de la inacción en toda regla. Quizás este sea una de las razones por las que el portavoz de la formación naranja dijo que no apoyará las cuentas presentadas por el PP, lo que supondría en principio que serán rechazadas en el próximo Pleno por la falta de mayoría absoluta de los populares.

Parece ser que no hay nada mejor que un buen tirón de orejas que venga desde fuera para que las cosas, de repente y a última hora -hay que recordar que quedan dos meses para las próximas elecciones municipales- parezcan ponerse en marcha. Así, en una comparecencia realmente sorpresiva y sorprendente, los dos ediles naranjas anunciaban esta misma semana que la Junta Local de Gobierno -a la que ellos no pertenecen- ha aprobado la licitación de las obras del monumento, un proyecto que ahora nos enteramos que lleva desde el mes de marzo de 2018 durmiendo en el Ayuntamiento y para cuya ejecución se necesitarán 12 meses y dos millones de euros de inversión. «Se podían haber hecho las cosas con más celeridad», afirma ahora con más razón que un santo el portavoz de Ciudadanos, Alejandro Ruiz, al que habría que preguntarle porqué se inicia el expediente de contratación ahora y no en 2018, 2017, 2016 o 2015, que es cuando lo pactó con el PP. Él mismo lo achaca a la falta de interés por parte del equipo de Gobierno y a los problemas que ha habido a la hora de adjudicar los contratos, pero hasta el final del mandato no se le ha oído esgrimir estas quejas al menos en público mientras apoyaba dócilmente la gestión del Partido Popular.

Parece que con esta comparecencia, Ciudadanos quiera acudir a la próxima campaña electoral pudiendo decir que uno de sus proyectos estrella, como era la recuperación del Alcázar Real, está encauzado y en marcha, cuando todavía no se ha movido una piedra, ni se moverá seguramente hasta pasadas las elecciones. «Promesa cumplida» dirán orgullosos ante sus votantes de hace cuatro años, pidiéndoles de nuevo su apoyo para culminar esta tarea apenas empezada. Además, la puesta en escena realmente es insólita; un concejal que no es miembro de la Junta Local de Gobierno y ni siquiera de su grupo político, se arroga la función de anunciar una de sus decisiones, sin duda un gesto pactado con el Partido Popular para ponerse la medalla delante de las cámaras y los micrófonos.

Y parece ser que en la misma jornada del miércoles, los planetas se alinearon por la recuperación de los restos arqueológicos de este importante yacimiento de la ciudad. Mientras Ruiz hablaba de los planes que tenía el Ayuntamiento para la rehabilitación, los Ministerios de Fomento y Cultura lanzaban de manera paralela y, en principio, parece que inconexa un comunicado de prensa en el que se informaba de que el secretario de Estado de Infraestructuras, Transporte y Vivienda, Pedro Saura, a la sazón presidente de la Comisión Mixta del 1,5% cultural, elevaba la propuesta de dedicar nada menos que 1.238.790,98 euros para la restauración de la muralla y los muros del Alcázar Real de Guadalajara, la cuantía más elevada de toda Castilla-La Mancha, ya que ninguna de los otros tres proyectos financiados en la región sobrepasa los 320.000. Con los 750.000 euros que esperan en las arcas municipales, se completarían los dos millones para la realización de esas obras, que tampoco se sabe a ciencia cierta si supondrán una simple actuación de emergencia para que no se caiga lo poco que queda en pie o supondrá el comienzo de una restauración del inmueble incluyendo retomar los estudios arqueológicos que se comenzaron a llevar a cabo en la primera década del siglo XXI.

Con el intenso calendario que se nos viene encima, los vecinos defensores de la conservación del patrimonio de la ciudad deberemos estar atentos a que todos estos anuncios vayan cumpliendo sus plazos con la mayor celeridad posible y se ejecuten independientemente de quién vaya a ser el próximo ministro de Fomento o de quién presida la nueva Junta de Gobierno en el Ayuntamiento. Si no es así, es posible que lo poco que queda en pie, algún día se venga abajo -como ya ha alertado «Hispania Nostra»- y luego sólo queden lamentos y frases huecas de «nosotros lo intentamos hasta el último momento». Eso sólo no vale. También hay que hacerlo y para eso hay que ponerse a trabajar desde el primer momento, no corriendo sólo cuando el árbitro se está mirando ya el reloj y se lleva el silbato a la boca.

 

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