Turismo y despoblación

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El presidente de la Diputación, al frente de la delegación en Fitur // Foto: Guadapress

Por Álvaro Nuño.

Como todos los años, la provincia de Guadalajara se afana estos días en mostrar todos sus encantos en Fitur, la Feria Internacional de Turismo que se está celebrando en el Ifema hasta el próximo domingo 26, jornada en la que además seremos los protagonistas en el stand de Castilla-La Mancha. Todas las administraciones, comenzando por la Junta de Comunidades y acabando por los municipios más «turísticos» -como Hita, Brihuega, Cifuentes,  Pastrana, Molina de Aragón,  Cogolludo, Atienza, Sigüenza, Torija y la propia capital-, y pasando por la Diputación, exponen los reclamos de cada lugar para intentar atraer al mayor número de visitantes. No en vano, es la mayor feria del sector del mundo a la que el año pasado acudieron más de 140.000 profesionales y 110.000 personas de público general.

Ver los tapices de la Colegiata de Pastrana, recorrer por medio de una aplicación móvil el Parque Arqueológico de Recópolis, o disfrutar de los Festivales de la Lavanda en Brihuega, el Ducal en Pastrana, el Medieval de Hita, del Tenorio Mendocino de la capital, o celebrar el noveno centenario de la Reconquista de la ciudad de Sigüenza se puede llevar a cabo visitando el espacio reservado a Guadalajara dentro del stand regional, como siempre sirviendo de jugoso aperitivo para que el visitante finalmente no se conforme con la visita virtual, con el despliegue audiovisual o con la información que dan guías y folletos, sino que acabe decidiéndose a venir a verlo en carne y piedra, como turista de interior, si puede ser acompañado, quedándose a comer y a dormir un fin de semana o unos cuantos días.

Este año, por ejemplo, Diputación y Ayuntamiento de Guadalajara han coincidido en destacar el cine como reclamo turístico, tratando de convertirnos en un gran plató lleno de naturaleza y monumentos que sirvan de escenario para películas en las que aparezcan nuestros pueblos y rincones. Todos conservamos más o menos en la retina a las huestes de «Espartaco» atravesando los dorados campos de Iriépal con la Peña Hueva de fondo o la aparición de la concatedral de Santa María en blanco y negro en «La tía Tula» del alcarreño Miguel Picazo. Producciones más actuales han acogido las decimonónicas calles y naves de El Fuerte de San Francisco y tanto los responsables de turismo locales como provinciales creen que Guadalajara sigue siendo un lugar ideal para que las productoras vengan a rodar aquí, por la belleza de nuestros rincones y, por qué no reconocerlo, por la comodidad que da la relativa cercanía a Madrid.

Y es que la capital del reino sigue siendo el lugar de donde vienen la mayoría de los turistas que se acercan a descubrir los encantos de Guadalajara. Tenemos un inmenso mercado sin tener que ir mucho más lejos y ya son habituales las excursiones de ida y vuelta o de un fin de semana, con estancia en un casita rural, de nuestros vecinos que huyen de la urbe gris y de esa polución que no mata a nadie según su Presidenta, pero que es incomparable con el aire puro que se respira cuando te alejas un poco del Corredor del Henares.

Lo que también hemos descubierto con el tiempo -porque esta batalla de atraer al turismo no es nueva- es que este no es el maná de nuestros pueblos y que los visitantes no generen una actividad económica suficiente para crear un sector potente, que genere empleo y que, finalmente, asiente población, que es el objetivo último de las administraciones. No se trata sólo de lucirse y de decir lo bonita que es Guadalajara y lo desconocida que sigue siendo para muchos. El turismo es la eterna esperanza de fuente de riqueza y empleo para muchos pequeños lugares, que se aferraban -y se siguen aferrando- a él como un clavo ardiendo, como la última alternativa viable al despoblamiento absoluto, al abandono definitivo de la gente, al desierto.

¿La candidatura de la monumental Sigüenza -segundo localidad más turística de la región- como Patrimonio de la Humanidad, anunciada por el presidente Page en el mismísimo Parador servirá para que la ciudad del Doncel deje de perder población? ¿La rehabilitación de la Fábrica de Paños de Brihuega surtirá ese mismo efecto en la capital de La Alcarria y en esta comarca? Atendiendo a las últimas cifras del padrón de 2019, parece que no porque la zona rural de la provincia, la más turística, natural y monumental, no deja de perder población, mientras que las localidades del Corredor del Henares, en muchos casos apéndices urbanos a base de hileras de unifamiliares adosados, siguen creciendo y ensanchando la brecha entre las dos Guadalajaras.

Hace un año, el 1 de enero de 2019 -en estas cuestiones demográficas, las cifras oficiales del INE siempre van con un año de retraso-, en la provincia vivíamos un total de 257.762 habitantes, según las cifras del Padrón de cada uno de sus municipios después de ser confrontados y confirmados. Guadalajara creció un 1,36 por ciento más que en 2018, con 3.454 nuevos vecinos residiendo en la provincia. ¿Pero cómo se repartió ese crecimiento? Pues fue casi en su totalidad a la estrecha zona del Corredor del Henares, con la capital a la cabeza (con casi mil nuevos habitantes), seguidos por Azuqueca, Alovera, El Casar, Pioz, Cabanillas del Campo, Marchamalo y Torrejón del Rey. ¿Necesitan estos pueblos campañas turísticas para atraer visitantes y vecinos? No. Vienen solos. Tienen otros «atractivos» para fijar población: la cercanía a la vecina Comunidad de Madrid, oferta en el mercado de la vivienda a un precio razonable, contar con todos los servicios públicos y privados que exige el tren de vida actual, no sólo colegios, centros de salud y buenas vías de comunicación, sino vida, comercio, bares, gente en las calles. Y no solo en fiestas y fines de semana.

Volvemos a la ciudad del Doncel. Sigue en el listado de los diez municipios más poblados de la provincia del que desaparecieron hace mucho tiempo otras antiguas cabeceras de partido como Molina de Aragón, Pastrana, Brihuega o Sacedón. Sigüenza se mantiene como la novena localidad más poblada de Guadalajara, aferrándose con uñas y dientes a su título de «ciudad» con sus 4.309 habitantes, pero ya seguida muy de cerca por Pioz y sus 4.052 vecinos. La diferencia entre ambas es que en 2018, el padrón de Pioz creció en 282 vecinos (un 7,48%) mientras que el de los seguntinos bajó un 1,08 en el mismo periodo, perdiendo 47 almas.

Ignoramos por ahora si la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, tiene la fórmula o la barita mágica para afrontar con éxito su nuevo título de «Reto Demográfico» pero lo que parece claro es que sólo fomentando el turismo en la España vaciada no es suficiente para frenar el grave problema de la despoblación.

PD.: Hoy es San Francisco de Sales, patrón de los periodistas. Permítanme que felicite a mis compañeros de este Hexágono, así como a los que realizan las informaciones en las que en muchas ocasiones basamos nuestras opiniones. Sigo pensando que sin periodistas no hay periodismo y sin periodismo no hay libertad.

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